Kevin se colocó su bata de médico. Se ubicó en un extremo de la fila de pacientes que este viernes 2 de febrero iban a tocar la campana Libre de Cáncer de Solca luego de varios años de tratamiento.

Él se muestra fuerte, evita llorar al recordar como llegó por primera vez a Solca, Guayaquil: un paciente de 15 años con muchos síntomas que diagnosticaron leucemia meloide crónica.

“No es fácil”, dice con voz entrecortada, sobre todo por como empezó su historia. En el primer diagnóstico le dijeron a sus padres delante de él: ‘Sentimos mucho, pero solo tiene una semana de vida, vayan alistándolo todo’.

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“En ningún velorio se había llorado tanto como ese día lloramos en mi casa. Y yo así llorando les dije: No lloren porque yo no me voy a morir”, recuerda Kevin y así empezó su historia.

Él acudió a otras consultas, se sometió a todos los tratamientos, exámenes y demás procesos que los médicos le sugirieron,

Kevin recordó que luego de años de tratamiento hubo la posibilidad de trasplante de médula, pudo acceder, pero eso le implicó vivir unos tres años en el hospital, terapia tras terapia.

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“Fue duro para mí porque mientras mis amigos y todos mis compañeros disfrutaban de su adolescencia, yo estaba tratando de sobrevivir, pero eso me formó, yo llegué sin saber nada, sin querer hacer ningún tratamiento ni nada, pero aquí aprendí a confiar, a saber una vez más que Dios no nos abandona”, manifestó.

Melissa, Axel, Kevin y Doménica tocaron la campana este viernes 2 de febrero. Foto: Ronald Cedeño. Foto: Ronald Cedeño

Pasaron los años y Kevin siguió preparándose, se graduó de bachiller, luego pasó a estudiar en la UEES desde el 2014.

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“Nació mi primera hija, yo era estudiante, entonces dije, voy a trabajar. Fui a tocar las puertas en Solca, me dijeron primero que no porque yo estoy en tratamiento y estudio, que haré mucha fuerza y yo solo les repetía que sí podía, que no me corten las alas, que necesitaba trabajar”, recuerda.

Desde allí Kevin fue aprendiendo, conociendo mucho más al personal del hospital, sus turnos eran desde las 23:00 hasta las 07:00 del día siguiente, iba a la universidad y en muchas ocasiones recibió sus clases parado por temor a dormirse.

“Ya los profesores me conocían, sabía que si me sentaba de una me dormía, entonces solo estaba de pie”, manifiesta.

Kevin ahora junto a los pacientes Doménica Troya, Axel Villagrán y Melissa Ferro tocaron la campana en un acto muy emotivo en Solca.

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Allí estaban todos sus familiares con globos, tomándoles fotos y grabando esos momentos de alegría luego del duro proceso de tratamiento del cáncer, en el caso de ellos, todos padecieron de leucemia, hoy están libres de ese mal.

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“El cáncer no me quitó, el cáncer me dio, me dio a mis amigos, compañeros, pacientes, mi familia y mi profesión. Quise ser médico porque aquí vi a los niños con cáncer, inocentes sonreír sin saber lo destructivo de la enfermedad y dije que quería aportar para que esas sonrisas no se apaguen”, dice el médico.

Él agregó que está muy agradecido con todos los que hicieron parte este momento de victoria ante el cáncer.

“Esto es por los que aún siguen luchando. No es fácil. Algunos dicen: ‘ay, es solo una quimio’, pero solo deseo ver a una persona que le pasen un cc de quimioterapia, te cambia la vida. Sin embargo, no se rindan, soy ejemplo de que sí se puede vencer el cáncer y cumplir tus sueños”, expresa Kevin junto a su familia y compañeros del hospital. (I)