Apenas con 5 años, Marco Martínez plasmó su primer dibujo. La inspiración surgió de un momento familiar complicado: su abuela paterna estaba grave, postrada en una cama del Hospital Militar, en Guayaquil, y él en una de las visitas que le hizo junto con su padre representó tal situación.

La señora superó la crisis de salud y se quedó con el dibujo hasta que falleció con el pasar del tiempo. “Se lo di a ella, lo guardó y nunca más lo volví a ver, como si se lo hubiera llevado a la tumba”, recuerda el hoy artista plástico de 62 años que está al frente del proyecto que nació con el nombre Guayaquil de los mil colores, pero que actualmente se denomina Guayaquil de 2.000 colores.

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Con esta iniciativa, desde julio del año pasado en el Malecón Simón Bolívar se implementan murales en diferentes espacios. El más reciente está ubicado a la altura de la calle P. Icaza, planchas de madera MDF forman un ‘lienzo’ de 20 metros de largo x 2 de alto.

“La temática es variable, está relacionada un poco con la ecología y fauna de aquí del malecón. Algunos le hacen homenaje a la mujer, que me parece un tema muy interesante”, dice el hombre de la obra que se plasmó desde mediados de agosto, durante los fines de semana, y culminó el domingo anterior. Las jornadas se desarrollaron de 09:00 a 17:00.

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A lo largo del Malecón Simón Bolívar se han implementado siete murales como parte de la iniciativa 'Guayaquil de 2.000 colores'. Foto: Francisco Verni Peralta

En el mural en mención se observa una silueta del Malecón Simón Bolívar, la aurora gloriosa, el árbol de la vida, imágenes que representan a la niñez, un atardecer visto desde la isla Santay, entre otras figuras coloridas hechas con pincel y brocha, que atraen a quienes recorren este sitio de esparcimiento.

Niños de la Casa Hogar Inés Chambers y del Centro de Arte Comunitario Zumar, plaza Casuarina, a quienes Marco Martínez da clases de pintura, participaron de este proyecto junto con personal del colectivo La Piel se Viste de Color, al cual él pertenece, dando un total 20 personas.

Desde la avenida Olmedo hasta la calle Colón se han implementado seis murales desde el año anterior. Esto, gracias a que la fundación Malecón 2000 aporta con materiales, logística y la alimentación para quienes participan del proyecto.

En lo que va de este 2024 con la iniciativa Guayaquil de 2.000 colores se pintaron doce bancas, se desarrolló un body paint y se elaboró el reciente mural a la altura de la calle P. Icaza.

“Me siento satisfecho de dar mi aporte a la cultura. Ver a nuestra gente transitar, acercarse a nosotros, conversar, y ellos se van sumamente contentos, felices, porque piensan que la pintura, especialmente la pintura, era algo inalcanzable. Que nosotros los artistas éramos como intocables, pero esas cadenas ya se rompieron, ahora el artista va a la calle, conversa con la comunidad”, refiere Martínez.

El artista plástico señala que no cobra por participar en estos proyectos, dice que lo hace con gusto y amor por la ciudad y como una manera de incentivar a sus estudiantes.

De hecho, hace votos para que el Municipio de Guayaquil retome el Festival de Arte al Aire Libre (FAAL), que se suspendió en la ciudad a raíz de la pandemia del COVID-19 y en el que ya ha intervenido.

“El arte representa muchas cosas: la vida, el amor, la sinceridad. Representa la creación, representa a Dios. Es un sinfín de ideas, es algo realmente indescriptible y plasmar arte en Guayaquil es fabuloso, es una fiesta. Por qué lo digo, porque amo a mi ciudad, porque quiero a mi ciudad y todo lo que hago lo hago de corazón. Nosotros no cobramos por estos proyectos, lo hacemos con toda el alma”, refiere.

Las obras coloridas llaman la atención de locales y extranjeros que recorren el Malecón. Foto: Francisco Verni Peralta

Su amor por las artes plásticas es comprensible, pues desciende de artistas. Y con su esposa, María Elsa Marín, quien también pinta, procreó cuatro hijos que se inclinaron por esa rama.

A más de plasmar arte también la procura y evidencia de aquello es el festival que organizó en el 2004 en Salinas, provincia de Santa Elena, donde reunió a mil artistas para pintar el cuadro más largo del mundo, que midió 2,5 kilómetros.

De su trayectoria, recuerda que comenzó como ‘marchante’, es decir, vendía obras originales de artistas famosos, como Theo Constante, Enrique Tábara. “Los dueños (de las pinturas) me pedían que les ayude a venderlas en esa época (...) a los banqueros les gustaba comprar ese tipo de obras”, rememora.

Luego de esa faceta estudió Diseño en la Universidad Laica, donde egresó, y de ahí en adelante se dedicó a participar en exposiciones de dibujo y pintura.

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Actualmente Martínez ejerce como docente de Pintura. Sus inicios fueron en el Colegio de Bellas Artes, donde también estudió, luego trabajó como profesor visitante en la Escuela de Diseño de la Facultad de Arquitectura, en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Y en la Universidad Laica Vicente Rocafuerte colaboró en el área de Gestión Cultural.

Hace poco en el Tecnológico Universitario Euroamericano obtuvo el título de tecnólogo en Artes Plásticas.

Para octubre, dice, el Malecón Simón Bolívar acogería un body fest, a propósito de las fiestas de la ciudad. (I)