“Fueron tres horas eternas... Se me iba el alma en cada lágrima”. Así describió una mujer de 49 años su peregrinación con su madre enferma por COVID-19 por al menos cinco clínicas. La paciente necesitaba de inmediato atención médica en una unidad de cuidados intensivos (UCI) en Guayaquil, sin embargo, la disponibilidad era nula: no había camas disponibles, todas estaban ocupadas al 100%.