Juan Carlos Bazurto, oriundo del cantón El Carmen, colabora en tareas de empacado y procesamiento de camarón en una fábrica de Posorja y por medio del apoyo de esa empresa pudo concretar una tarea pendiente que tenía en su vida: terminar los estudios de bachillerato.
Bajo el patrocinio de la compañía donde labora, él destacó como el mejor alumno de la tercera promoción del programa Unedis de la Unidad Educativa PCEI (programa de educación a distancia) San José de la Sociedad de Beneficencia de Señoras de Guayaquil.
Bazurto, quien alcanzó un promedio de 9,52, relató que la inspiración de graduarse fueron sus dos hijos, de 9 meses y 2 años de edad.
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Este camino no fue fácil, puesto que tuvo que combinar su trabajo con el cuidado de la familia y el cumplimiento de tareas. “Fue algo bien duro, pero eso no fue excusa. Como decía mi esposa: ‘Tú eres el ejemplo vivo de tus hijos, tienes que hacer que lleguen al mismo nivel que tú has llegado con tanto esfuerzo’, que ellos también tomen esa iniciativa”, remarcó el trabajador.
A futuro, el hombre aspira a que puedan abrirse nuevas oportunidades, seguir una carrera universitaria en marketing e incluso escalar de posiciones a nivel laboral en la empresa. “Quiero generar una ayuda para una empresa, como persona preparada”, dijo.
Irene Miranda Macías, comisionada encargada y fundadora del proyecto Unedis, que promueve la educación en personas mayores de 18 años, refirió que el programa de estudios acelerado en cinco meses se culmina cada año lectivo y en tres años se alcanzan seis años de bachillerato.
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El proyecto, implementado hace dos años, es 100 % online, se puede apoyar con un teléfono inteligente, además de contar con tutores para hacer grupos de trabajo, revisión de tareas, entre otras necesidades del alumno, dijo.
La directora explicó que el programa se ideó con base en una experiencia personal en una compañía constructora, en la que siempre buscaba que sus colaboradores terminen la secundaria. “Entendí que había un dolor allí importante de autoestima, de salir adelante”, recordó la directora sobre la motivación del programa.
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En ese sentido, en este plantel de educación online, varias empresas matriculan a sus estudiantes y hacen de sponsor.
“Están seguros de que esta es la forma de contribuir al país, ayudar y tener un país más educado, es tener menos brecha entre el que más tiene y el que menos tiene. Nelson Mandela decía que era el arma más poderosa para salvar el mundo, estamos cambiando las armas de la pobreza por la educación”, dijo la directora.
Dentro de los estudios se busca educar a las personas en los contenidos exigidos desde el Ministerio de Educación y con materias opcionales, como Finanzas, Comunicación y Educación en Valores.
A futuro se contempla la firma de un convenio con la Cámara de la Construcción, para que empresas agremiadas se sumen a este propósito.
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Actualmente, la institución tiene un promedio de 350 estudiantes. Se estima que al menos un 40 % de los estudiantes provienen de distintas empresas que apoyan a colaboradores.
En este proyecto también hay personas que en otras circunstancias debieron dedicarse a sus familias o trabajo desde su niñez o adolescencia.
En el caso de Ruth Vásquez, de 46 años, en su hogar eran ocho hermanas y ella era la cuarta. Hubo otras prioridades, como que ella desde los 10 años ayude a su madre en tareas de hogar de una familia, donde la ayudaron a que aprenda a leer, pero no siguió estudios formales.
“Agradecida con Dios por dame la sabiduría de entender, porque el estudio no es como antes, hoy es más tecnología y computadora, entonces al principio se me complicó bastante”, expuso la madre.
En su mira, esta guayaquileña, que sigue en el oficio de empleada doméstica, tiene dos opciones que le atraen: especializarse como chef o abogacía. A ella le gustaría defender a madres solteras que como ella han recurrido a abogados, pero que por falta de recursos no pueden reclamar sus derechos.
Otra graduada, María Batioja, de 42 años, fue madre en su adolescencia, mientras combinaba estudios y trabajo en una empresa de tabaco. “Me hice de compromiso y me dediqué a mis hijos”, recordó la mujer.
Ella dijo que sueña con avanzar en estudios de abogacía para defender a personas que tienen trabas burocráticas en trámites y regulaciones.
Estos alumnos formaron parte de los 32 adultos graduados esta semana como bachilleres de este programa dirigido a personas con escolaridad inconclusa. (I)