Recomendaciones sanitarias sobre la operación de cobro, la limpieza adecuada de los utensilios de cocina y de alimentos, el trato seguro con los clientes para motivarlos a volver a su negocio son parte de los lineamientos que los estudiantes de la carrera de Turismo de la Espol comparten con propietarios de cabañas y coctelerías en la provincia de Santa Elena, localidad que suma 1.499 contagiados de COVID-19.

Tras más de seis meses de pandemia, los comuneros dedicados a las actividades de turismo intentan reactivarse ante la delicada situación económica de sus negocios. Ante ello, las estudiantes Yarumi León, Valeria Herrera, Lilibeth Arias, Jessenia Pisfil y Shirley Alcívar, con la guía de docentes de Turismo en coordinación con la Facultad de Ingeniería Marítima y Ciencias del Mar, apoyan la reanudación de sus comercios de manera segura.

Este plan es parte de un macroproyecto iniciado por la Unidad de Vinculación con la Sociedad, iniciado en el 2019, que contempla acciones en temas como manejo de playas, planificación y tratamiento de aguas residuales, que sigue en paralelo con otros grupos.

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Inicialmente, las estudiantes con asesoría de docentes realizaron un levantamiento de información con encuestas y la elaboración de protocolos para 35 propietarios de negocios en Valdivia y San Pedro (Manglaralto), así los futuros profesionales ponen a disposición sus conocimientos asimilados en su carrera universitaria.

El grupo detectó fallas en la inocuidad en los procesos de los locales, cuyos dueños se han mostrado abiertos a mejorar protocolos para motivar el regreso de turistas a las playas de Santa Elena.

Luego de la socialización y esclarecimiento de dudas sobre las medidas adaptadas a la realidad de estas localidades, los comuneros se comprometieron a cumplir con las recomendaciones, sostiene María Fernanda Salas, docente que dirigió la iniciativa de lineamientos para reactivar operaciones en estos sitios.

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“(Protocolos del COE) vimos que posiblemente no eran los más aterrizados para estas cabañas y coctelerías, había insumos complejos, procedimientos que posiblemente no se podían aplicar, decían desinfecten ventanas y ellos no tienen, o paredes, pero sus lugares son de caña, nosotros lo que hicimos es respetar los protocolos y dar lineamientos para que ellos puedan cumplir”, dice la profesora de la materia de Alimentos y Bebidas.

Comenta que dentro de las charlas presenciales y digitales con los comerciantes se les sugirió que busquen proveedores cuyos procesos de producción y logística también sean bioseguros, además que traten de evitar el uso de plásticos para disminuir la contaminación.

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Uno de los más importantes puntos, resalta Salas, es la propuesta que ambas comunidades constituyan un centro de acopio común, donde se lave correctamente vajillas para su entrega segura de manera cubierta y desinfectada a cada local bajo horarios establecidos durante el día.

En este caso, por ejemplo, las estudiantes propusieron que se haga el lavado común con un detergente, pero además que siga un proceso de desinfección con una solución de vinagre para que se introduzca el plato antes de su secado, también agua a punto de ebullición o vapor de agua.

“Ahora están muy preocupados del lavado de manos, de utilizar la mascarilla, están preocupados por la percepción de seguridad de sus clientes sobre sus cabañas”, comenta Salas, al contar sobre otras recomendaciones como usar pediluvios, guantes en caso de manejo de productos no cocidos, cómo limpiar dinero con alcohol o cloro, ubicación al momento de tomar los pedidos y mantener aforo al 50%.

A futuro, Salas agrega que la materia de Gerencia Hotelera pretende compartir estos lineamientos de bioseguridad para las hospederías de ambas comunidades y en el sector de La Entrada. (I)

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