Dennisse Toala con ayuda de su prima Jenny ha improvisado un salón de clases bajo la sombra de un árbol en una cancha de la cooperativa Realidad de Dios. Esta es una de las zonas más alejadas de Monte Sinaí, en el noroeste, donde ni siquiera el camión recolector de basura llega y donde no existe un centro educativo fiscal.

Ahí la mayoría de las viviendas no cuentan con servicio de internet, menos con una computadora para cada hijo. Este año lectivo, 2020-2021, los niños no estudiarán, al menos no formalmente, porque no hay dinero, cuentan los padres de los alumnos de Dennisse, quien ayuda con tareas y clases en la cancha hace dos meses.

Todo empezó cuando ella, de 16 años y quien estudia su último año de bachillerato, puso a sus dos sobrinos a hacer deberes en la cancha y los niños del barrio se quisieron unir porque dicen sus padres “no tenían nada que hacer”.

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Ahora son más de 20 niños que se reúnen cada mañana y tarde bajo un guasmo que les ofrece sombra y frescura.

Cada uno lleva su cuaderno, algunos padres instalan una mesa para que los más pequeños, de incluso 3 años, hagan manualidades y desarrollen la motricidad. Los otros se sientan en bancos de caña. Hay niños como Mike, de 5 años, que ayer hacían planas de las vocales en sus cuadernos. Junto a él estaba Milena, de 8 años, quien practicaba varios ejercicios de divisiones.

Así Dennisse y Jenny pasan por cada uno de los niños poniendo tarea en su cuaderno, luego de eso los pequeños se dedican a hacer lo suyo, mientras tanto las adolescentes hablan con los padres, quienes dicen estar muy agradecidos y colaboran en lo que pueden.

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Algunos se quedan junto a ellos para controlar a los menores y evitar las distracciones. Cuentan que el plantel más cercano es el colegio del padre Chicho, llamado Las Cumbres, pero incluso ese establecimiento no ha abierto las puertas este año lectivo, pues los padres de este sector no cuentan con $23 para la pensión.

Otros padres de familia, cuyos hijos estudiaban en una escuela fiscal más lejana, explican que al no contar con los implementos para conectarse a las clases online, la profesora les manda el material por WhatsApp y luego Dennisse, con base en esa temática, les pone tareas a los niños.

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Los moradores se muestran agradecidos. “Son nuestra esperanza para salir adelante”, asegura Gloria López, madre de tres niños y quien trabajaba como empleada doméstica.

Ella lleva casi tres meses sin generar ingresos seguros y explica que todo su esfuerzo en conseguir algo es para darles de comer a sus hijos aunque sea dos veces al día. “Uno es adulto y si nos tenemos que aguantar, nos aguantamos el hambre, pero mis hijos me dicen ‘mami, tengo hambre’”, manifiesta la mujer que asegura que a su esposo además le han reducido el sueldo en más del 40 %.

Para ella, como para muchos otros del sector, es imposible pensar en que los niños vayan a la escuela, pues explican que por la dificultad que existe para ingresar al sector, el expreso que usan son motocicletas que cobran $1,50 al día. “Si hacemos cuentas gastaremos más en expreso que en la pensión. No nos alcanza, pedimos que nos hagan una escuela en la zona. la situación es muy complicada”, sostuvo López.

Aunque el coronavirus en el sector no ha causado muertes, según los vecinos, este virus sí ha traído una pandemia de pobreza extrema en un sector que ni siquiera cuenta con servicios básicos y cuyos pobladores están obligados a movilizarse para hacer algo tan básico como imprimir un papel.

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Ayer en casa de Dennisse finalmente instalaron el servicio de internet. Eso emocionó a los padres de familia que consideran que así sus hijos estarán más cerca de lo que llaman una educación online.

Hasta ayer Dennisse debía madrugar e ir a la casa de su tía, por la entrada de la 8, para recibir las clases online de su colegio, ya que no contaba con internet. Terminaba a las 09:30 y a las 10:00 que llegaba al sector era recibida por sus estudiantes que desde sus ventanas estaban atentos.

Profesionales como el sociólogo Carlos Tutivén están de acuerdo con cualquier forma de educación, así sea informal. Dice que los niños necesitan mantener su mente ocupada así no cursen un año lectivo.

Dennisse contó que ya ha trabajado en su sector con la Fundación Hogar de Cristo. Aspira estudiar medicina. (I)