“Yo era la Dora exploradora de mi casa”, dice entre risas Claudia Salem, guayaquileña de 36 años que se declara amante y admiradora de la naturaleza, los animales y las plantas que, sumados a su familia, han sido los ejes fundamentales de su vida.

Ella es la fundadora de Yo Siembro, organización que nació en el 2015 como un emprendimiento educativo y amigable con el medioambiente, mediante el cual niños desde los 3 años aprenden a sembrar y hacer huertos, y que ahora, a través de un plan escolar, se aplica en diferentes escuelas y jardines de Samborondón y Guayaquil.

Se queda unos segundos en silencio y habla de los mejores recuerdos de su niñez. “Lo que más nos emocionaba de niños era acompañar a mi padre al trabajo. Con él aprendimos a cosechar y a sembrar, él nos transmitió ese respeto que se debe tener por la tierra y por los animales”, cuenta.

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“Cosas como el olor de la guayaba o la maracuyá, o la sensación de cosechar un tamarindo y comerlo en ese instante, así, fresco; aprender a andar en un tractor son cosas que siempre estarán latentes en mi memoria”, añade.

Luciendo un pantalón acampanado, un bolero de jean amarrado sobre una camiseta blanca, un sombrero de paja toquilla y un canguro ajustado a la cintura, se describe como una mujer aventurera a la que le gusta explorar.

Al graduarse del colegio Sek decidió seguir estudios en Ingeniería Biológica con una concentración en geología en la universidad Holy Cross, en EE.UU. Sin embargo, una de las materias que tomó la enamoró y la hizo cambiar de rumbo: se graduó de licenciada en Filosofía.

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Al regresar, luego de recibir algunas propuestas para ser profesora en diferentes colegios, optó por tomar una vacante que había en el call center de TV Cable. Allí permaneció doce años, donde se convirtió en gerenta nacional de Fidelización.

La intolerancia al gluten con la que nació su primer hijo, Otto, fue la razón que la llevó a hacer un huerto en el balcón de su casa. “Yo tenía que lograr que mi hijo comiera alimentos sanos, vegetales y verduras, así que compré una albahaca y la sembré con ellos en el balcón de la casa, y así empezó todo”.

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Cuenta cómo cada mañana se sentaban alrededor de la planta y maravillados veían sus cambios, cómo iba creciendo, cómo cambiaba de textura, los insectos que aparecían hasta que la cosecharon.

Pronto el número de macetas aumentó, ya había menta, rábanos, lechuga, zanahorias. “Todos los lunes preparábamos algo con algún ingrediente de nuestro huerto como cake de banano, fideos de albahaca, chocolate con menta, arroz verde, infusiones de té, pancakes de quinua, y así logré que mi hijo tuviera una alimentación sana”.

La siembra se volvió la actividad familiar más importante. “Cada vez que venían los amiguitos de mi hijo a jugar se iban con alguna semillita o vegetales que se cosechaban en el momento y las mamás me llamaban a preguntar cómo lo había hecho, porque querían replicarlo en casa”, cuenta con entusiasmo.

Para el cumpleaños número 4 de su segunda hija, quien lleva su mismo nombre, Claudia decidió hacer una fiesta temática sobre la siembra y los huertos, para esto quiso elaborar un kit infantil para hacer huertos y entregarlos como sorpresa, y aunque esto no fue posible para la fiesta, más adelante le permitió hacer contacto con Micro Farming, un negocio de agricultura orgánica que está en Quito, cuyos propietarios pensaban justamente en esa idea. Pronto comenzaron a trabajar juntos, organizándose por correo electrónico hasta conseguir el producto.

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En el 2015, ya con los kits listos participó en una edición de la feria El Mercadito y ese fue el despunte de algo que comenzó como un hobby y a lo que terminaría dedicándose de lleno.

Cuenta que fue en esta feria en la que la directora del preescolar del Alemán Humboldt le propuso hacer un programa escolar que consistía en enseñarles a los niños a hacer un huerto. Para ese momento ya había empezado con un plan piloto en Kinder Plaza. En el camino se certificó como artesana de huertos y jardines, en el 2016.

Para Claudia era vital lograr que el proyecto fuera autosustentable, por eso se consolidó oficialmente como organización en el 2017. La venta de los kits, a $ 35, es lo que financia su iniciativa.

En estos dos años ha participado en diversos proyectos en alianza con Amagua, Interagua, TV Cable, Fundación Jambelí, Discovery Channel (de Estados Unidos), entre otras.

Con este último participó en el programa latinoamericano Discovery en la escuela, con la aplicación de su kit escolar Mi primer huerto, para fomentar la importancia de la naturaleza. Asimismo hizo una alianza con la escritora Margarita Barriga, Green Pet Center, La Universal y la Hacienda Victoria, para elaborar el cuento Mia conoce a Theobroma Cacao y participó en la Feria del Libro 2016.

El año pasado participó en un proyecto de vinculación social de la UEES para impartir talleres a familias de escasos recursos para que aprendan a hacer huertos.

También participa en un programa radial en Tropicana llamado Menos es más, que presenta temas sobre sostenibilidad social, económica y ambiental. (F)

Dicen de ella “Su generosidad no tiene límites y su optimismo logra que hasta el más escéptico crea en su potencial para crear un mundo mejor para todos. Es una artista”.Verónica Salomón, Amiga