Con la herida del asesinato de su mejor amigo, el fantasma imaginario de Bob Dylan y una guitarra (como la de su padre lutier) bajo el brazo, la cantautora mexicana Silvana Estrada, referente de la música latinoamericana, se aventuró a producir su segundo álbum, Vendrán suaves lluvias una tormenta “imperfecta y fúrica” en la que se perdió durante tres años para “reenamorarse de la vida”.