Hace 20 años, en un bar de España, Ramón Melendi Espina reflexionaba sobre su vida con una cerveza en mano, en medio de una frustración profesional (fue futbolista) pensó en la música. Si él tuviera la oportunidad de hablarle a aquel joven le diría dos cosas: “que no dejase de beber” y que “fue la mejor cerveza que se tomó en su vida”.