Por su laboriosidad, sapiencia y perfeccionismo, y por otras cualidades que convirtieron al fallecido maestro ambateño Álvaro Manzano en una de las mayores figuras de la composición nacional y dirección de orquestas, llega un merecido homenaje de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil a su legado este viernes 25 de febrero. Se desarrollará en la Catedral Metropolitana (Chimborazo, entre 10 de Agosto y Clemente Ballén), a las 18:00.

“Álvaro fue el más grande director de orquesta de la historia del país, su trayectoria merece un respeto enorme, fue uno de los personajes más cultos de música clásica”, resalta el maestro italiano Dante Anzolini, quien dirige este tributo.

El concierto destacará dos obras significativas para Manzano. Rumiñahui, su composición más conocida, es una especie de poema sinfónico creado en 1991 al renombrado general indígena y defensor de los territorios que hoy constituyen la República del Ecuador. Y está Sherezade, suite sinfónica de Nikolái Rimski-Kórsakov y “una obra que él adoraba, porque él estudió en Rusia”, explica Anzolini.

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Pocos conocen el vínculo entre el maestro de origen italo-chileno y quien fuera el director de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador por 25 años. “Yo lo conocí poco, apenas compartimos cinco años”, recuerda el maestro Dante. “Él fue el jefe del jurado que me eligió como director de la orquesta y después nos seguimos comunicando con el paso de los años. Él fue una de las razones por las cuales yo vine a concursar a Ecuador, porque sabía que el mejor director ecuatoriano era el jefe de jurado”.

Por eso, Anzolini adelanta que en el concierto presentará una sorpresa al inicio. Se va a tocar una pieza introductoria especial dedicada al maestro fallecido hace pocos días, el 19 de febrero. Incluye unas palabras de Dante, quien dice que esta pieza se inspira en las circunstancias en las que él nació y murió: “Para mí es muy importante como extranjero exponer ese tesoro que fue su vida”.

“Yo creo que las cualidades de él son inmensas, lo que él hizo para estudiar saliendo de donde salió y los años que pasó, para después venir a su país y brindar toda su sapiencia para elevar la sinfónica nacional. Para mí es una persona que debe ser recordada”. Por su entrega, autocrítica y perfeccionismo.

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Además, se eligió a la catedral para esta presentación por el rol que guarda para Guayaquil. “Creo que en el contexto del homenaje no hay mejor lugar que la catedral. La catedral congrega a la comunidad, está en el centro de la ciudad y tiene fácil acceso”, ilustra Anzolini. A pesar de que reconoce que el sitio le representa desafíos acústicos, por las reverberaciones, asegura que estos contratiempos ya han sido readecuados, pues no será la primera vez que la OSG toque en este sitio.

Anzolini también recuerda las veces que entabló comunicaciones con el extinto director cuando se radicó en Quito: “Él siempre fue muy amable conmigo y muy respetuoso, como típico ecuatoriano; muchas veces hablamos por teléfono por sus consejos”, evoca. “Yo le pregunté por Rumiñahui, si me concedía hacerla; él me dijo: ‘Por favor, sería un honor para mí'”.

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Manzano también dirigió orquestas sinfónicas y de ópera en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Estonia, Guatemala, Honduras, Islandia, México, Paraguay, Perú, República Dominicana, Rusia y Venezuela, dejando un legado musical incalculable en el país. Falleció a los 66 años debido a complicaciones derivadas de varias enfermedades que venía padeciendo.

La Orquesta Sinfónica de Guayaquil recuerda asistir con antelación al concierto del viernes y a su vez pide respetar las normas de bioseguridad.