La gran final de la 65.ª edición del Festival de la Canción de Eurovisión dio la victoria definitiva a la interpretación del grupo italiano Maneskin con la canción Zitti E Buoni (Cállate y bien), durante el habitual desfile de países y el sabor de al menos un triunfo incuestionable: el de haber logrado una gala del máximo nivel en tiempos de pandemia.
Con 26 países participantes y 3.500 personas entre el público previamente sometidas a análisis, el Ahoy Rotterdam (Países Bajos) encendió sus focos por una última noche de música, escenografías imposibles y arritmias causadas por el reparto de votos.
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Los italianos se habían presentado como uno de los principales aspirantes de la noche, junto con la francesa Barbara Pravi con Voilà y la maltesa Destiny con Je Me Casse.
Aunque también se esperaban posibles sorpresas de la mano del suizo Gjon’s Tears con la canción Tout l’Univers, quien fue el mayor competidor de Maneskin, los ucranianos Go_A con Shum y los islandeses Daði & Gagnamagnið con 10 Years.
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Se dio la circunstancia de que por un caso de COVID-19 detectado entre uno de sus miembros, el grupo Daði & Gagnamagnið no pudo actuar en directo y siguió la ceremonia desde el hotel en el que permanece aislado, igual que el último ganador, el holandés Duncan Laurence, que no pudo entregar el micrófono de cristal a su sucesor al haber dado también positivo.
Eso no impidió su participación en la ceremonia, pues como parte de los protocolos de prevención de esta edición se hicieron grabaciones de los ensayos de todos los intervinientes, incluido Islandia.
Fue también una noche para el recuerdo del español Blas Cantó, que compitió en el puesto número 13 con Voy a quedarme, un tema coescrito por él en recuerdo de su abuela, fallecida precisamente durante la pandemia, pero con un mensaje positivo de permanencia más allá. (E)