La serie de Netflix En el barro estrenó hoy ocho episodios y abrió, tal como prometió, con crudeza. En el primer episodio ya podemos ver a Noelia, el personaje interpretado por la actriz y cantante guayaquileña Ana Paula Buljubasich.
Un grupo de mujeres inicia el proceso de ingresar a la cárcel de máxima seguridad La Quebrada, pasan un chequeo físico que las deja desnudas ante médicos y carceleros, se despojan de sus pertenencias salvo lo mínimo.
Una de ellas, Yael (la actriz colombiana Carolina Ramírez), va a parar al sector ’familias’, donde están las reclusas que están embarazadas o que conviven con sus niños. Aunque la guía le dice que “se ha sacado la lotería” con esa ubicación, ella llora de humillación y derrota.
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En ese momento se le acerca Noelia (Buljubasich) y le pregunta si ronca. En avanzado estado de embarazo, intenta ser amable y le ofrece una manta. “¿Eres de Colombia? Yo soy de Ecuador".
“Veci”, le contesta Yael, todavía ahogada en llanto.
Netflix prometió una historia cruda, y lo cumple. Al poco rato. No todas las presas tienen la ‘suerte’ de Yael. Las mayores van a parar a otras celdas en las que, al parecer, se vive una fiesta, hay música y baile, pero también burlas: el nuevo grupo se trasladaba en un camión que se accidentó y fue a parar a un pozo de agua lodosa; intentaron escapar, pero no pudieron.
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Las sacaron cubiertas de barro, y ahora las apodan “las embarradas”. Lo primero que encuentran es hostilidad y locura, pero también una industria clandestina de prostitución y pornografía.
La situación de Noelia y Yael, aunque parece mejor, resulta engañosa. A la primera le llega la hora de dar a luz, pero está aterrorizada de que le quiten al bebé, y la otra se reúne con su pequeña hija Brisa y tiene que criarla en reclusión. Nada promete un final remotamente feliz.
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¿Habrá una segunda temporada? No hay datos sobre esto, pero todas estas historias tienen finales abiertos, y no es imposible pensar que habrá continuación. (E)