La figura del vampiro no solo ha atraído la atención de la cultura popular o la industria del entretenimiento. También ha sido una fascinación para los académicos, pasando por las ciencias naturales, política, literatura y filosofía. Hay una rama dedicada a su estudio: la vampirología. Así empieza el libro Vecindades de sangre. El vampiro como migrante en la narrativa de las Américas de los siglos XIX y XX, que se presenta este miércoles, 26 de octubre, a las 19:00 en el Salón Azul (edificio Darwin) de la Universidad San Francisco de Quito.

El volumen tiene 24 apartados: la introducción de los editores y 23 textos de autores que se han interesado por las historias vampíricas, entre ellos el ambateño Juan Montalvo, de quien se ha seleccionado el relato Gaspar Blondín; el poeta quiteño Gonzalo Escudero (El escorpión y la vampiresa); el nicaragüense Rubén Darío, de quien se leen Rachilde y Thanatopia; el argentino Leopoldo Lugones, con La vampira; su compatriota Raimunda Torres (La tumba del vampiro) y el dramaturgo uruguayo Horacio Quiroga, con El almohadón de plumas. A ellos se suman escritores sudamericanos, europeos y norteamericanos.

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Foto: Cortesía

Sucede, dicen los editores, que el vampiro es un nómada que ha tenido nombre en numerosos pueblos de Europa oriental y occidental. Es un mito que se ha extendido a otros continentes gracias a las migraciones humanas a través de los siglos (la evidencia escrita más temprana de esta palabra es del siglo XI). Es un ser que cruza “fronteras geográficas, lingüísticas y culturales”. Y que tiene temporadas de auge, como ocurrió en el siglo XVIII, cuando se multiplicaron los avistamientos de vampiros en Europa del este.

El vampiro es también símbolo de enfermedad y muerte, y los recopiladores de Vecindad de sangre hacen notar que los seres humanos, en sus intentos de librarse de ese oscuro poder, se han decidido a buscarlo, llegando al extremo de desenterrar cadáveres para derrotarlos antes de que pudieran volver a la vida. Con todos esos esfuerzos, han logrado que el vampiro trascienda —pues es difícil de matar— hasta conseguir un lugar en los múltiples medios del siglo XXI.

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Pero fue en Sudamérica, según se argumenta en el libro, en que se empezó a asociar a la pequeña figura del murciélago vampiro con un ente enorme y monstruoso. Citan al naturalista y geógrafo Carlos María de La Condamine, quien, a su regreso de la misión geodésica francesa a la Real Audiencia de Quito, puso por escrito sus hallazgos (1745), entre ellos que los murciélagos eran descomunales, algo que no tardó en divulgarse y que quedó cimentado cuando el naturalista y zoólogo sueco Carlos Linneo le dio al zorro volador de Malasia (un megamurciélago con una envergadura de 1,5 m) el nombre científico Vampyrus (1758).

La diferencia es que La Condamine se encontró con los diminutos murciélagos comunes, que sí chupaban sangre, mientras que Linneo encontró a los grandes murciélagos frugívoros, que no tienen ningún interés en alimentarse de humanos. En la imaginación, lo más intimidante de ambas criaturas se fusionó y se convirtió en un monstruo.

Luego, la fantasía se encargaría de dotarlo de rasgos humanos (y demoniacos). No solo era capaz de volar, sino de transformarse a voluntad y de tener morada propia, castillos en los que practica la hospitalidad, aunque él mismo es un extraño que no puede devolver la visita a menos que lo inviten. “Es una figura migrante”, reflexionan los editores, “que vive en la tensión permanente entre separación y agregación”. La literatura, por su parte, le regaló la dualidad de ser aterrador e indeseable, e irresistible y seductor. Y protagonista de una explosión editorial (y cinematográfica) en los siglos XX y XXI.

Si bien este libro reúne relatos cortos, recomienda también lo que llama el “canon literario”: El vampiro, del médico inglés John Polidori (1819); Carmilla, del irlandés Joseph Sheridan Le Fanu (1872); Drácula, de Bram Stoker (1897); Soy leyenda, de Richard Matheson (1954), la mejor novela de vampiros del siglo XX, según la Asociación Mundial de Escritores de Horror. ¿Cómo llegó el vampiro hasta allí? Parte de la ruta que transitó hasta convertirse en el humanoide misterioso con poderes sobrenaturales e inmortalidad es lo que se propone en la selección que conforma Vecindades de sangre.

Participarán en el evento de presentación de Vecindades de sangre los editores Jorge García y Álvaro Alemán, con la intervención de la agrupación musical Quién Trajo el Ajo (Rafaela Valarezo y Pedro Bonfim). Es una coedición de USFQ Press y editorial El Fakir. La cubierta fue ilustrada por Eduardo Villacís, profesor de la carrera de Artes Visuales, del Colegio de Comunicación y Artes Contemporáneas (COCOA). (E)