Por ella aprendió a preparar papillas, a limpiar vómito -sin sentir asco- y a comprar maquillaje en los tonos correctos. Su carrera lo obliga a prepararse de forma constante antes de asumir cualquier personaje, sin embargo, la paternidad es el único rol que ha tomado por sorpresa al actor ecuatoriano Víctor Aráuz y que ha disfrutado en cada una de sus etapas.

Desde que se convirtió en padre a los 23 años, hasta esperar con ansias su nacimiento para conocer si era niña o niño -el artista explica que durante todos los ecos fue imposible conocer el sexo del bebé-, Nati es la responsable de sus sonrisas más genuinas.

“El primer recuerdo o el que más tengo marcado de mi papá es que me estaba enseñando a andar en bicicleta. Yo le pedí que no me soltara para evitar caerme. Él sí me soltó, yo me estrellé contra un árbol, pero aprendí a manejarla. Esa es una de las caídas más fuertes que tuve”, menciona risueña Nati. “Sí, se dio durísimo”, agrega Víctor.

Publicidad

De rasgos muy parecidos a su padre, resulta enternecedor observar al actor transformarse en una persona muy distinta a la que nos ha acostumbrado a ver en el escenario. Es sensible, empático y ese accionar muestra también la complicidad existente entre ellos. Mientras uno habla, el otro termina la frase y por momentos pareciera que la conversación se desarrolla únicamente entre él y la adolescente, una naciente actriz de 15 años que ya comparte créditos con su padre.

Fiel protectora de los gatos fue justamente su amor por los felinos lo que llevó a Nati a llamar ‘Gatito’ a su papá durante sus primeros años de vida y a convertirlo también en su compañero para rescatar a gatos en situación de calle o abandono.

“Ya ella está más grande y aunque ya no me dice ‘Gatito’ cuando quiere pedirme algo o decirme algo, su voz cambia por completo y me manda stickers de que me ama, es manipuladora la niña, no se dejen engañar por ella”, bromea Víctor. “Se lo digo así porque si se las pido directo, él me dice: ‘Ay, qué feo cómo me las pides’”, responde ella.

Publicidad

“Me sé todas las canciones de mi papá”, un diálogo entre el artista Héctor Jaramillo y su hija Adelaida

Si bien la relación de pareja entre Víctor y la también actriz y productora Jéssica Páez, madre de Nati, no continuó, la excelente conexión como padres y amigos ha logrado que su hija se convierta en una adolescente segura y comunicativa.

“Ella es muy directa, es más dura, la personalidad de Natalia está formada por mi madre (Dorita Mendoza) y deformada por la madre y por mí. Yo puedo ser muy duro en muchas cosas, pero sí me resiento porque soy muy sensible en otras. Nati es como la canción de Gustavo Cordera (Bersuit Vergarabat): por dentro soy vulnerable, por fuera soy autosuficiente. Entonces, Nati es muy fuerte, lo cual es bueno porque estos tiempos son complicados, pero tiene su corazoncito, así como yo y también como la mamá, porque ella trabaja en un medio muy machista y está a la cabeza de muchos proyectos”, refiere.

Publicidad

Víctor asegura que el cliché de decir que el nacimiento de un hijo es lo más maravilloso del mundo no siempre es real. “Cuando ella iba a nacer fue terrorífico. Primero, nos pasaron una serie de eventos que nos mantenían intrigados. Natalia nunca se dejó ver el sexo, ni siquiera el día del parto, Natalia no iba a nacer ese día, nosotros íbamos a un chequeo con la mamá, no sabíamos ni qué comprar. Cuando Jéssica entró al quirófano, yo estaba nervioso, no comí nada ese día. En ese rato recién me cayó el peso de saber que iba a ser papá y que iba a existir alguien que dependiera de mí. Jéssica, que es muy ordenada y sistemática, ella tenía todo listo y ropa por si era niña o niño”, relata. Del nacimiento recuerda cuando una de las enfermeras del hospital se le acercó a preguntarle si le hacía o no las perforaciones en el lóbulo de la oreja para ponerle aretes. “Como me lo dijo en voz baja y al oído, yo no sabía si eso se podía o no hacer, como Jéssica dice, con Nati estamos aprendiendo día a día a ser padres”, agrega. “El doctor incluso me dijo para entrar al quirófano y cargarla, pero tenía miedo de que se me cayera si la ponían en mis brazos, ya después cuando pude hacerlo, me enamoré por completo de esta niña”, agrega.

La elección de su nombre, al desconocer si era niño o niña, también guarda sus anécdotas. “Yo dije que si era niña, yo elegiría el nombre, porque pensábamos que sería niño y ella ya tenía como cuatro opciones. Yo decidí que se llamara Natalia porque me gustaba Natalia Lafourcade, Natalia Oreiro y tenía una profesora de cine que se llamaba igual y era muy inteligente. Entonces yo quería que fuera bella como Natalia Oreiro, talentosa como Lafourcade e inteligente como mi profesora. Y sabíamos que solo tendría un nombre, nada más. En el Registro Civil nos querían hacer relajo porque no le poníamos dos nombres”, menciona.

Víctor asegura que disfruta de ser padre. “Los primeros años de Nati, yo trabajaba más desde casa, y pasábamos más tiempo juntos. Ella pasaba más tiempo en mis brazos, comía de mis manos, éramos muy apegados, ella siempre me elegía. Una vez la llevé a un concierto de rock del que iba a ser presentador. Le encantaba andar en bus, después cuando ya compramos carro, me dijo: ‘Extraño ir en la 89 (línea)’, y nos fuimos a pasear en la 89, era emocionante para ella. Yo he pasado mucho tiempo con ella. Aprendí a cambiar pañales, a darle de comer, a cocinarle. Lo primero que aprendí a hacerle fue las papillas de granadilla”, dice.

“Él no es una persona que cocina, pero lo más rico que cocina mi papá es la sopa de queso, le queda riquísima, y los burritos, ricos ricos”, subraya Nati.

Publicidad

Víctor asevera que la buena comunicación ha sido fundamental en la relación familiar. La sinceridad es primordial. “Antes me ponía celosa si se acercaban a pedirle fotos y autógrafos a mi papá cuando estaba conmigo, ahora entiendo que es por su trabajo que lo reconocen. Trabajar con mi papá es chévere (actúan juntos en la serie Rebélite 2). Él siempre me ayuda e intercede por mí cuando quiero un permiso o algo con mi mamá. Cuando mi mami me dice no, le digo a mi papá y la convence”, menciona Natalia.

Permisividad o disciplina, qué hacer cuando los padres tienen estilos de crianza totalmente opuestos

“Cuando salimos, nos gusta ir a comer, comemos mucho y siempre buscamos lugares nuevos para probar nueva comida, pero nos encanta comer hamburguesas”, indica Natalia, quien comenzó a actuar desde que participó en una serie de sketckes para plataformas digitales que se llamaba Lo que esconde la playa.

“Ella es la persona por la que aterrizo. Ella me enseñó a madrugar, viajar con ella es increíble, nos gusta tomar helado, pasamos escuchando música de Ferxxo, nos encanta ver películas. Ella para mí es amor, la que me saca siempre una sonrisa, puedo tener el peor día en la vida, pero si voy donde ella, todo se calma, se transforma, ella es mi sonrisa”, puntualiza.