En el 2022, Alejandra Jaramillo se mudó de Ecuador para empezar un nuevo capítulo de vida. Hoy, en otro país y con una mirada distinta, ha reconstruido su esencia. Es presentadora en Siéntese quien pueda (Univisión), se conecta con una audiencia masiva como creadora de contenido (solo en Instagram tiene 4,8 millones de seguidores) y, desde su mudanza a Estados Unidos, su carrera ha despegado como figura internacional.
Invitada como presentadora en los Premios Heat en Medellín, la Caramelo —como también se conoce a la comunicadora esmeraldeña— abrió su corazón con este Diario y aseguró: “El amor propio me enseñó a elegir diferente, y porque todo parte de mí, de que si estoy cómoda conmigo puedo estar cómoda con los demás. Si yo me amo a mí, puedo amar a los demás”.
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Nuevo país, nuevos comienzos
¿Qué parte de ti floreció al mudarte a Estados Unidos y qué parte tuviste que despedir con cariño?
Floreció mi corazón, floreció mi mente, porque migrar te hace evolucionar, aprender y madurar. Creo que, en mi caso específico, haber agarrado las maletas y haberme ido con Sebas (su hijo), que tenía 13 años en ese entonces, fue una bonita oportunidad de crecer como mujer, como madre y como persona, porque las cosas cuando estás fuera de tu tierra no son fáciles, pero Dios ha sido maravilloso conmigo y cada oportunidad que me ha abierto y cada persona que ha puesto en mi camino ha sido solamente para nutrirme, crecer y aprender.
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Ser fuerte frente a las cámaras puede parecer fácil, pero ¿cómo te cuidas cuando nadie está grabando?
Esa es mi prioridad, sentirme en paz cuando no estoy frente a una cámara, sentirme genuinamente feliz cuando nadie está viendo. Y yo creo que eso, cuando ya salgo a las cámaras, se logra traspasar y transmitir, como yo me siento realmente. Entonces, esa es mi prioridad: cuidar mi salud mental, saber de quiénes me rodeo, alimentarme con buenos pensamientos y nutrirme de una manera positiva. Así como yo entreno muchísimo mi cuerpo y me cuido en la alimentación, créeme que ese trabajo interno también lo hago.
La parte espiritual también es importante para mí fortalecerla todos los días, porque sin eso, en una industria como esta, como la televisión y las redes sociales, no sería posible. Hay que tener mucha inteligencia emocional, hay que trabajarla, hay que aprender a soltar, a soltar el ego, a no creerte la última Coca Cola del desierto porque logras algo. Esta industria es muy variante. Hay que dar lo mejor de uno y sentir gratitud a cada oportunidad que se abra.
Entre luces, set y rutinas, ¿qué ritual personal no cambias por ningún compromiso?
Para mí, no es más importante lucir bonita ni hablar bien ni salir perfecta. Para mí, lo más importante de todo es disfrutar cada momento, porque sé que, si no lo disfruto, luego me regreso a la casa y me amargué porque no salió todo bien y no lo disfruté. Y para mí, lo más importante, lo que no negocio es disfrutarme.
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La preparación para algo es superimportante vivirla realmente, el proceso, con los errores, con lo lindo. A mí me encanta poner música, me encanta subir mi espíritu. Estoy feliz de disfrutarme cada momentito; eso sí te puedo decir que es algo que lo hago ahora. He aprendido a soltar mucho, a no complicarme, a resolver. Yo creo que la mujer ecuatoriana resuelve; las mamás resolvemos. Entonces, yo no me estreso.
Volver a creer en el amor
¿Cuál fue el momento en que dijiste: “Estoy empezando de nuevo y está bien”?
Cuando Beta (Mejía) me invitó al cine y acepté, que fue en abril de 2023. En un año y cuatro meses después de todo lo que pasó, dije: “Estoy volviendo a abrir mi corazón y está bien”. Antes de eso también hubo oportunidades, también hubo propuestas, pero yo no estaba todavía preparada, no estaba cómoda, no me sentía lista.
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Beta llegó en el momento exacto, en el que yo ya venía compartiendo con amigos, saliendo con grupos de amigos. No había tenido un date (cita) solita y, cuando él me invita al cine, pensé que iba a ir al cine con alguien, sola, sino con alguien que tiene otra intención conmigo. Yo ya me había dado cuenta de su coquetería y de su lenguaje hacia mí; él quería algo conmigo y ya lo sabía. Y accedí a conocerlo, me permití la oportunidad de conocerlo y me llevé la sorpresa más linda de todas: que él es el hombre con el que quiero compartir mi vida.
¿Qué ha cambiado en tu definición de hogar desde que dejaste Ecuador?
Que el hogar es donde están quienes tú amas, y tú puedes construir un hogar en donde sea que la vida te ponga, porque la persona que más debes amar es a ti mismo, y de ahí vienen tus hijos, viene tu pareja, vienen tus padres, tu familia, dependiendo de la etapa en la que estés.
Por ejemplo, para mi hijo, yo soy la mujer de su vida, ahora, y la que él más ame; pero en diez años, probablemente no: va a ser otra la mujer que ocupe ese lugar en su vida y yo seguiré siendo su mamá y mi rol no va a cambiar nunca.
¿Qué es lo que más agradeces del amor en este tiempo de tu vida?
Sentirme en plenitud. Eso es lo que más agradezco.
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¿Qué te sostiene cuando el ruido exterior se vuelve abrumador?
Mi novio, la verdad, me sostiene muchísimo; mi hijo y también mi paz interior, que yo he desarrollado a través del amor de Dios. Hay una paz que te da Dios que sobrepasa todo entendimiento.
¿Qué te hace sentir orgullosa de la Alejandra de antes?
Estar dispuesta a aprender. Soy una mujer que no tiene egos; que si alguien le viene a enseñar algo, lo acepto, lo recibo. También he aprendido a discernir, a saber qué sí y qué no.
Estar en paz es...
Estar sola y estar feliz. (E)