Ubicado en Puerto Santa, Santo Verde llama desde fuera del local con sus colores vibrantes. Paredes amarillas y turquesas hacen juego con el color de las sillas. Las puertas de vidrio permiten verlo. Al entrar el ambiente es tranquilo (si no hay gente), pero en breve llegan los clientes en busca de gasolina en forma de alimento para arrancar su día.