Héctor Anchundia tiene 78 años, nació en Vinces, se crio en Quevedo y desde los 18 años salió de su casa rumbo a Quito con el sueño de convertirse en un gran artista. En la capital pudo cursar estudios en la Escuela de Bellas Artes en 1963, egresó en 1969 y la primera exposición que tuvo en su vida fue en El Museo Real de Lima (se ubicaba en Quito), su segunda oportunidad la tuvo en Brasil.
Un año después, junto a tres compañeros más que habían estudiado en la Escuela de Bellas Artes, decidió salir del país con “el arte bajo el brazo”, como lo cuenta él en una entrevista por Zoom con este Diario desde Nueva York (EE. UU.), ciudad que lo acoge desde 1970.
Publicidad
“Decidimos salir hacia al norte y llegamos a este país donde estoy radicado. Aquí es la puerta de entrada para todas mis exposiciones en Europa, Centroamérica, el Caribe”. Del 1 al 22 de junio Anchundia expondrá su última colección de lienzos neoexpresionistas en el Agora Gallery, ubicada en Chelsea, en la Gran Manzana.
Su arte ha ido evolucionando pero la esencia es la misma; a Héctor Anchundia le gusta trabajar en el movimiento neoexpresionista porque es “donde logro mejor mi expresión como artista y trabajo mucho con la figura femenina; para mí es un símbolo de inspiración porque es allí donde yo logro todas mis ideas”. Los colores que predominan en sus cuadros son los cálidos, ya que le recuerdan al trópico y “como buen ecuatoriano, nacido en el trópico llevo conmigo esos colores”. Recalca que la figura femenina es su mayor inspiración, para él es importante rescatar aquello.
Publicidad
A pesar de su edad él continúa realizando planes. Para sus 80 años quisiera celebrar regresando a Ecuador para una exposición de arte. “Son pocas las exposiciones que he hecho allá en Guayaquil”, refiere, y agrega: “Yo decidí emigrar con estos compañeros en el año 70 porque el artista siempre tiene que buscar nuevos horizontes, no quedarse en el mismo medio en el que nació porque viajando se aprenden muchas otras cosas sobre el arte. Acá he podido adquirir unos conocimientos extras de lo que yo ya sabía por mis estudios”.
El pintor da un mensaje a los jóvenes y les dice que si les gusta el arte tienen que luchar por ello, que tienen que estar dispuestos a sufrir, que eso él hizo. “Le cuento que salí con mis cuadros bajo el brazo desde Quito, luego fui a Perú, de ahí en carro de transporte nos dirigimos a Colombia, al igual que mis otros compañeros. Salimos en busca de triunfo, de abrir la frontera para que conozcan nuestro arte ecuatoriano. Logramos llegar hasta Venezuela y ahí la pasamos bien, en esa época (1970) era un país en el que si usted sacaba un cuadro a la calle, se lo compraban. Logré vender mi arte en la calle en Venezuela hasta que fui adquiriendo recursos para sustentarme”.
Continuamos para México. “Los únicos que nos acompañaban eran los pinceles, la espátula y cuando teníamos un poco de dinero comprábamos un poco de material”, relata. Realizaron diversas exposiciones en ese país y el destino final fue Estados Unidos, donde solo llegó con uno de los tres compañeros con los que había partido de Ecuador, pues los otros decidieron quedarse antes.
Héctor Anchundia es el neoexpresionista emigrante que tuvo éxito en la vida; lo tuvo porque fue valiente de salir, expandir su conocimiento, de compartir su arte con el mundo. Dice que para él, “el arte es vida” y que quiere morir pintando. (I)