La conexión entre Enrique Tábara (1930-2021) y la ciudad de Barcelona (España) es profunda, ya que desde fines de la década de los 50 el artista guayaquileño encontró especiales coincidencias entre sus intereses creativos y el movimiento artístico llamado informalismo que se desarrollaba en esa urbe y en toda Europa, el cual expresaba un lenguaje abstracto que incluía objetos ajenos al arte, como tela metálica, textiles y arena.