La vista desde el departamento de Sebastián Cordero en Guayaquil deja en claro su amor por esta ciudad. Nada se escapa a la mirada: el Tornillo, el cerro Santa Ana, la Perla, el río Guayas. La relación del cineasta quiteño con la Perla del Pacífico se ha afianzado con los años y hoy el centro de la ciudad es uno de los lugares que ha hecho suyos. “No soy tanto de Samborondón”, confiesa. “Me encanta estar aquí y poder ir caminando a todos lados; tiene una energía muy especial para mí”, contó para La Revista desde su sala inundada por ese magnífico paisaje guayaquileño.