¿Alguna vez se ha preguntado por qué apoya a un político en específico, indiferente de su partido o movimiento? ¿Por qué le debe su entero respaldo y lealtad? Son las preguntas que el director y dramaturgo guayaquileño David Castro quiere que nos hagamos luego de ver su recientemente estrenada obra Game. El título está en cartelera desde este jueves 12 de junio en el Estudio Paulsen (Las Peñas) hasta el último fin de semana del mes.

Con la actuación estelar de Joselyn Gallardo y Santiago Carpio, Game, que se traduce como juego del inglés, se atreve a exponer la política justamente como un juego, uno que aunque todos podamos jugar, solo conocen sus reglas los más poderosos. Entiéndase el dinero como la divisa de su poder. En efecto, sus protagonistas son dos empresarios potentados que tratan de mover sus fichas para que el candidato presidencial de su preferencia, y sobre todo alineado a sus intereses económicos, sea el que asuma el ansiado cargo.

El equipo de 'Game': Elián Villavicencio (asistencia técnica), los actores Santiago Carpio y Joselyn Gallardo, y el director David Castro, autor de la obra. Foto: Francisco Verni Foto: Francisco Verni Peralta

“Esta obra fue escrita a propósito de la extrema polarización política que estamos viviendo mundialmente en estos momentos“, explica Castro. “Caemos en el juego de que si somos de izquierda, somos radicalmente de izquierda, o si somos de derecha, somos radicalmente de derecha. Hemos llegado a cierto punto como a fanatizarnos por los partidos políticos”.

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Bajo ese criterio, el autor también explora sobre el clasismo, la otredad (como una fuente de tensión social), la necesidad de pertenecer, la familia.

Castro recuerda que germinó la idea de esta pieza teatral en el 2017, mientras estudiaba un diplomado en actuación y dirección escénica en Santiago de Chile. “Viví por primera vez esta extrema polarización social y política en Chile. Mis compañeros de la universidad eran muy de izquierda, de una forma sumamente recalcitrante. Desde ahí me empecé a cuestionar mucho el porqué. Por qué salimos a protestar a las calles, o tuiteamos o nos peleamos con familiares y amigos por la política. Pero, realmente, ¿qué estamos ganando?“.

Joselyn Gallardo como Minerva. Foto: Francisco Verni Foto: Francisco Verni Peralta

Aunque no trata de militar por alguna postura de gobierno, Castro sí plantea la idea de que detrás de los políticos hay poderes empresariales, industriales, y otros, influyendo en las decisiones de un Estado.

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En el centro de un escenario minimalista, con muebles blancos, que puede estar ambientado en cualquier ciudad, en cualquier país, aparecen Gallardo y Carpio. Ellos son Minerva y Tadeo, cada uno manejando un partido político, derecha e izquierda, respectivamente.

“Son dos empresarios multimillonarios que probablemente la gente los conoce, pero no saben que se encargan de esto, que manejan los hilos de poder de un país”, ilustra el director. “Como vendría a ser, por ejemplo, en Estados Unidos, Elon Musk. O George Soros o los Rothschild”.

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Santiago Carpio es Tadeo. Foto: Francisco Verni Foto: Francisco Verni Peralta

“Es una obra compleja, pero con diálogos realistas”, fue la primera impresión de Gallardo al leer la obra, sintiéndose cómoda con los personajes fuertes. “Los personajes que siempre llegan a mí son fuertes, con un tipo de estructura, pero este tuve que colorearlo desde la relación que mantiene con su padre, con el otro personaje, con su hijo, con su esposo, para demostrarle al público que no importa la política o la religión, todos somos seres humanos y siempre vamos a tener un lado bueno y un lado malo”.

A decir de la actriz, Minerva “representa la dureza de la política, lo calculadora, lo estructurada y manipuladora que puede ser. Pero también su fragilidad”.

Para Santiago, lo más llamativo del guion es imaginar cómo las altas esferas negocian los poderes políticos. “Nuestros personajes van desarrollando una historia que tiene mucha ironía, porque a la larga es una sátira. Pero es lo que creemos que pasa a nivel mundial, estas personas nos miran como sus títeres y nosotros ni los conocemos. Desde ese punto de vista es muy interesante”.

Es cierto que es una pieza reflexiva, pero no faltarán las risas, asegura Carpio. Aunque serán risas internas, de la conciencia. “La risa no es hacia fuera, sino por dentro. Y te vas a incomodar”, dice Carpio. Gallardo complementa: “Porque es una representación de nuestra realidad”. (E)

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