Este jueves 30 de octubre, a las 18:00, se inaugura la exposición Piña, ¿por qué el cielo es azul? en el lobby del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), del artista alemán-ecuatoriano Simon Speiser y la canadiense-filipina Stephanie Comilang.
El proyecto nació en los viajes de ambos entre los dos países. “Trabajamos independientemente, pero esta fue nuestra colaboración más grande, viendo a los países y las similitudes en la cultura, en la comida, en la gente, hasta en el lenguaje", indica Speiser, nacido en Alemania, de padre esmeraldeño. “Fue muy sorprendente, porque son países (geográficamente) muy alejados, ¿no? Pero a través de la historia colonial que comparten hay muchas conexiones".
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Pero no quisieron quedarse en el pasado colonial, sino en las culturas precoloniales, que han sobrevivido tiempos difíciles, y en los conocimientos ancestrales que pasan de una generación a otra.
Y entre esos puntos en común, se encontraron con la piña. “Es un símbolo recurrente. Estábamos buscando un objeto que pueda simbolizar esa conexión entre Sudamérica y las Filipinas”. Y la piña fue el elemento ideal, una fruta del nuevo mundo que los españoles llevaron por todos lados, y así llegó a las Filipinas, donde no es un fruto nativo pero la gente la adoptó y la volvió un símbolo nacional.
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“Está en la cocina, en elementos arquitectónicos, hacen un tejido de fibra de piña, de las hojas largas. Usamos ese tejido, desafortunadamente no va a estar aquí en la exposición, pero se la ve en los videos y en la realidad virtual”. Los tejidos llevan patrones de ambas culturas, ecuatoriana y filipina, y otros creados por los artistas. “E imprimimos en 3D sobre ese tejidos”.
El otro elemento presente es la tecnología, ancestral y virtual, usada como herrameinta para imaginar otros futuros. “La hemos usado como un medio para hacer un encuentro entre el espectador y un chamán virtual”. Speiser añade que les interesa saber si el mundo digital necesitará la profundidad de los saberes y la espiritualidad ancestral.
Otra manera de mostrarlo es el documental especulativo Piña, un género que explora escenarios futuros o alternativos. Realidad y ficción componen esta pieza que se enfoca en testimonios de mujeres. “En Filipinas, las chamanes precoloniales siempre eran mujeres, algo que nos interesó mucho, se llamaban babaylan”. En Piña, Speiser y Comilang se imaginan futuro más próspero con un sistema matriarcal.
También hay voces de mujeres de la Amazonía, de una organización que une a mujeres de comunidades indígenas de Colombia, Perú, Ecuador y Brasil.
“El punto es cómo conservar una cultura antigua, pero a la vez adaptarla a los tiempos. También hablamos con Alba, una mujer afroecuatoriana, del Valle del Chota, que cuenta cómo ellos han perdido mucha de la conexión a a su espiritualidad, y de un grupo que está trabajando a través del baile, intentando reconectar con la historia y la espiritualidad afrodescendiente”.
Esos dos mundos, indígena y afroecuatoriano, son diferentes, pero tienen en común la supervivencia. Speiger, que vivió parte de su niñez en Ecuador, explica que visita el país con regularidad y así ha podido conectar con la escena del arte en el país.
“Ha sido interesante construir puentes entre Europa y Ecuador”, aunque en Piña se explora la conexión entre Asia y Sudamérica. “Siento que hay mucho que comunicar”. Su esposa Stephanie, nacida en Toronto de padres filipinos, y esa esa otra realidad que se siente en la muestra. “Es la diáspora que que compartimos y nos inspira a hacer trabajo juntos”. (F)