Hay muchas formas de describir el live action de la película Cómo entrenar a tu dragón; pero, si tuviera que elegir, diría que es adorablemente predecible. Para quienes vieron la versión animada en 2010, esta nueva entrega no representa una sorpresa: es, sin lugar a dudas, una réplica. Eso no quiere decir que esté mal. De hecho, coincido con quienes celebran la calidad de su ejecución, que logra dejar una buena impresión, aunque no descubra nada nuevo.
Uno de los temas más comunes cuando se habla de adaptaciones a imagen real es si son realmente necesarias. Y es cierto que muchas veces el veredicto general es que no lo son. Sin embargo, esta vez el trabajo detrás se siente cuidado. La película respeta la historia original, se disfruta y conecta con la audiencia, incluso en escenas puntuales que provocan risas compartidas en la sala.
Publicidad
El casting escogido fue todo un acierto; este aporta solidez a esa familiaridad que debe poseer la película. Mason Thames, como Hipo, ofrece una interpretación convincente. Su personalidad alegre se siente cercana al personaje original: un joven inteligente, con dudas, pero con una empatía que lo distingue del resto en la isla. Su trabajo sostiene gran parte de la trama con naturalidad.
Sobre la actriz Nico Parker, quien da vida a Astrid, ha habido comentarios en redes que critican su apariencia por no parecerse físicamente al personaje animado. Pero su esencia está ahí. Y esa discusión ya la hemos visto antes, como ocurrió con Halle Bailey en La sirenita. En pantalla, la química entre ambos protagonistas funciona. Las peleas, la energía en batalla, la transformación de Astrid al comprender el mundo de los dragones… Todo ese proceso la acerca a la figura que muchos recordamos, hasta la parte del romance que se construye entre ambos.
Publicidad
Eso sí, hay diálogos que desentonan con la ambientación. Algunas frases, como “Las chicas deben apoyar a las chicas” o “¡Tú puedes, chica!”, suenan forzadas. Es posible que los guionistas Dean DeBlois, Cressida Cowell y William Davies buscaran atraer a nuevas generaciones, pero ese lenguaje rompe por momentos con el contexto épico en el que se desarrolla la historia.
Entre los secundarios, uno de los más queridos sigue siendo Brutacio, aunque su participación esta vez es menor. Su dinámica con su hermana aporta frescura y humor. Por otro lado, se extraña más presencia de Patapez, interpretado por Julian Dennison, quien en la versión animada tenía un peso narrativo mayor. Algo similar ocurre con Patán Mocoso, a quien se percibe con ganas de ser visto por su padre, pero cuyo conflicto interno no termina de desarrollarse.
El arco del padre de Hipo, Estoico, suma más capas emocionales. Su dolor por la pérdida de su esposa a manos de un dragón y su frustración hacia un hijo que no se parece a él están bien expuestos. Ese conflicto padre-hijo tiene nuevos matices que enriquecen la historia original y que refuerzan la relación central del filme.
Y claro, están los dragones. Los efectos visuales logran capturar lo esencial: ternura, imponencia y emoción. Chimuelo —así lo seguiremos llamando— está construido con el mismo cuidado que en la animación. Su relación con Hipo se siente genuina y sigue siendo el corazón de la película. En varios momentos, la sala se conectó con ellos sin necesidad de palabras.
El final es emotivo. Tiene una buena ambientación de lo que correspondería a una culminación en este contexto. Una aldea rodeada de dragones conviviendo con los vikingos, tras alcanzar un objetivo común. Pero vale la pena quedarse hasta después de los créditos. Solo unos pocos lo hicieron y fueron recompensados con una escena breve que cierra algunas ideas que, sin duda, darán alas para una segunda entrega.
En resumen, el remake funciona. No porque cambie algo, sino porque conserva los matices esenciales: la amistad, el descubrimiento, la valentía de pensar distinto. ¿Faltó magia? Quizás. Pero sigue siendo una historia entrañable que emociona por lo que fue y por lo que todavía significa para quienes crecieron con ella. Así que, a pesar de ser una adaptación que no innova, es una de las pocas que se llevan el crédito de ser una buena versión y que vale la pena verla en pantalla grande. (E)