Carlos Fuentes fue uno de los escritores más destacados que tuvo México y toda Hispanoamérica. Los libros formaron parte esencial de su vida y esto queda demostrado en su biblioteca personal que descansa en la que fue su casa, un legado donde reposan 14 000 textos.

Diario El País fue recibido en su morada por su esposa, Silvia Lemus, quien mostró ese "espacio sagrado" donde por años habitó y recreó historias el fallecido autor.

El periodista David Marcial Pérez describe minuciosamente el lugar. "Como si el tiempo se hubiera detenido aquel 15 de mayo de 2012, todo está prácticamente igual en el escritorio de uno de los grandes nombres del boom latinoamericano. Incluida la extensa biblioteca que se abre a la izquierda colonizando la pared de la habitación del estudio", menciona.

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"Ocho filas de estanterías que van del suelo al techo. Es la zona de ensayos: filosofía, antropología, historia. Otras dos hileras ocupan el espacio de la esquina con traducciones al indio, al polaco o al chino de sus propias obras: La muerte de Artemio Cruz, Aura, Terra Nostra. Solo quedan libre una pared con diplomas, la puerta y el ventanal que da paso a la azotea de la vivienda", continúa.

Menciona que la colección del Premio Cervantes mexicano es ordenada dos veces a la semana por una bibliotecaria. Este es uno de los pocos legados que aún sobreviven en la morada, puesto que el resto de archivos de Fuentes están custodiados en la Universidad de Princeton, de Estados Unidos.

Lemus, quien fue su pareja por 40 años, indica que planea donar la biblioteca a la Universidad Veracruzana, una decisión encargada en vida por el escritor. "Su familia paterna viene de allí”, indicó ella a El País.

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"En uno de los pocos huecos sin libros en las paredes del estudio hay cinco fotografías enmarcadas de algunos de sus escritores fetiche: Balzac, Kafka, Faulkner, Poe y Melville. A casi todos dedicó el autor mexicano reflexiones y alabanzas", describe el periodista. (I)