El Muro de Berlín fue el símbolo de la más brutal intolerancia que definió la llamada Guerra Fría, el enfrentamiento ideológico entre EEUU y la URSS, las potencias vencedoras en la lucha contra el nazismo alemán. 

Berlín se convirtió en el hervidero de la geopolítica mundial durante casi 40 años, la que medía la temperatura de ese mundo bipolar heredado de la II Guerra Mundial. La destrucción del llamado muro del oprobio el 9 de noviembre de 1989 marcó el fin de esa bipolaridad, abriendo la puerta a nuevas relaciones de poder, el hecho que marcaría las siguientes décadas sería llevado al cine de distintas maneras o con diferentes géneros desde la comedia hasta el thriller de espías.

Hollywood ha realizado algunos títulos que tienen al Muro y a Berlín como escenario principal de sus tramas, títulos que llevan su particular sello como es el caso de Un, dos, tres realizada en el mismo año que se construyó el Muro (1961), una hilarante comedia dirigida por el maestro Billy Wilder e interpretada por James Cagney. En la cinta, Cagney da vida a un alto ejecutivo norteamericano de una marca de refrescos que se traslada a Berlín para hacer negocios con los rusos. La película tiene todos los tópicos de las comedias del director austriaco, llena de diálogos chispeantes y de un ritmo ágil que la convierte en un clásico del género y que es una crítica a los dos sistemas, al voraz afán consumidor del capitalismo norteamericano y a la dogmática forma de actuar de los soviéticos.

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Ya desde una óptica más realista, Martin Ritt realiza El espía que vino del frío (1965), basada en la novela de espías del mismo nombre escrita por John Le Carre. Berlín y su muro es parte de una dura historia de espionaje, donde el agente Alec Leamas, encarnado por Richard Burton, tiene que realizar una misión especial haciéndose pasar por doble agente. La cinta de Ritt describe con una crudeza única y veraz el mundo del verdadero espionaje, alejado por completo de la realidad farandulezca de las películas de James Bond, una cinta donde el espía es solo un peón en manos de los intereses políticos de sus respectivas agencias. Una verdadera obra maestra y una de las mejores películas de espías de la historia del cine

Para retratar la cotidianidad de los habitantes de Berlín y su convivencia con la pared de concreto que los separaba, los mejores para hacerlo son los propios alemanes que nos han dejado algunas películas memorables. Tal es el caso de Wim Wenders con su hermosa película El cielo sobre Berlín, un drama intimista donde los ángeles se posan sobre la dividida capital alemana para tratar de ayudar a los humanos a resolver sus problemas. Filmada en un preciosista blanco y negro, la cámara  de Wenders recorre los sitios más emblemáticos de la ciudad mostrando su esplendor y su miseria. La cinta filmada en 1987 es también un documento histórico pues muestra un Berlín que hoy 30 años después es totalmente diferente a cuando la película fue hecha. 

En el 2003, el director Wolfgang Becker realiza Good Bye, Lenin, una de las mejores reflexiones sobre el impacto postmuro, una comedia ácida y que mueve el piso, narra el caso de una ferviente comunista, madre de familia que en pleno año 1989 cae en un coma, y que despierta después del derrumbe del muro. Su familia decide engañarla tratando de hacerle creer que todo sigue igual, alegoría brutal que refleja la incapacidad de muchos militantes de izquierda que no pudieron adaptarse a una nueva realidad, aferrándose a un mundo que ya está muerto. Una de las mejores películas sobre el tema realizada en Alemania.

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En cambio en La vida de los otros (2006), Florian Henckel von Donnersmarck, nos describe con precisión de cirujano las actividades de un agente de la temible policía política alemana, la Stassi, que es encargado de vigilar a una pareja de esposos que posiblemente quieren escapar a la Alemania Occidental. Una película sin concesiones que desnuda la dura realidad de los que vivían en la zona Oriental de Alemania y como la disidencia era espiada y perseguida. La cinta logró ganar el Óscar a mejor cinta extranjera. 

La calle Bornholmer (2014), de Christian Schwochow,  nos lleva a la actuación de un grupo de guardias fronterizos alemanes, que, apostados en una de las casamatas del muro, tienen que ser testigos y protagonistas de la masiva afluencia de ciudadanos que querían pasar al lado occidental cuando las autoridades del Este comunista dieron la autorización para hacerlo. La cinta refleja el dilema de estos guardias que esta entre detener esa marejada humana o dejarles el paso a la libertad. Una cinta que refleja la realidad de lo que debieron sentir aquellos que participaron en el hecho de mayor trascendencia de los últimos años del siglo XX. (O)

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