Si bien las expectativas mundiales alrededor del Óscar cada año son altísimas, la cadena ABC y los canales que se conectan a la maratónica transmisión siempre lloran sobre ratings que disminuyen considerablemente. El domingo el asunto fue peor: el show se quedó sin anfitrión días antes y el resultado fue un evento repetitivo y letárgico, a pesar de que muchos de los premiados correspondían a los intereses del gran público.

















