Independiente del Valle quedó eliminado de la Copa Sudamericana 2025 tras caer 3-1 (4-2 en el global) ante Atlético Mineiro en el estadio Arena MRV de Belo Horizonte.

Aunque las estadísticas mostraron un partido parejo —e incluso con superioridad en posesión y pases por parte de los ecuatorianos—, fueron los errores propios y la falta de precisión en los momentos clave los que determinaron el destino del conjunto de Sangolquí.

Un dominio aparente, pero sin profundidad

El equipo de Javier Rabanal impuso su estilo habitual: posesión, salida limpia desde el fondo y control de los ritmos. Independiente tuvo el 54% de la tenencia, realizó 442 pases (frente a 349 del Mineiro) y generó 12 remates, uno más que su rival. Sin embargo, solo cuatro de esos disparos fueron al arco, mientras que los brasileños acertaron siete, con una efectividad de 63 % frente al 33 % de los ecuatorianos.

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Los números reflejan un dominio territorial más que real: la posesión no se tradujo en control del partido. La mayor parte de los toques se dieron en campo propio, con los centrales Richard Schunke y Mateo Carabajal como principales administradores del balón, pero con poca progresión hacia los hombres más creativos, como Junior Sornoza o Patrick Mercado.

Los errores que costaron la eliminación

Independiente pagó un precio altísimo por su insistencia en salir jugando desde atrás. Dos errores puntuales, ambos con Jordy Alcívar como protagonista involuntario, inclinaron el partido antes del descanso.

A los 36 minutos, un pase comprometido de Guido Villar hacia Alcívar, quien estaba de espaldas y bajo doble marca, provocó la pérdida del balón y derivó en el 1-0 de los locales. Siete minutos después, un nuevo intento de salida controlada terminó en tragedia: Alcívar intentó un pase entre líneas que fue interceptado por Dudú, la figura del Mineiro. El extremo encaró, dejó en el camino a Sornoza y al propio Alcívar, y asistió a Bernard, quien definió con clase para el 2-0.

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Ambas jugadas dejaron en evidencia una de las principales virtudes y debilidades de los rayados: la fidelidad a su estilo. Esa intención de construir desde el fondo —incluso en contextos de presión alta o con espacios reducidos— lo ha llevado al éxito, pero esta vez lo condenó.

Reacción y esperanza efímera

En la segunda mitad, Rabanal ajustó el posicionamiento del equipo. Los rayados fueron más verticales y agresivos, presionando la salida rival y empujando al Mineiro hacia su propio campo. El esfuerzo rindió frutos a los 63 minutos, cuando Jean Arroyo Vernaza, el más incisivo del ataque ecuatoriano, probó desde media distancia. El arquero Éverson dio un rebote corto que Claudio Spinelli aprovechó para descontar (2-1), reavivando la ilusión.

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Durante unos diez minutos, el club tricolor recuperó intensidad y fe. Los brasileños se vieron desconcertados y apelaron al contragolpe, pero la reacción se desvaneció pronto. A los 73’, un nuevo desacierto defensivo sentenció la serie: un pase largo de Junior Alonso encontró a Hulk entre Schunke y Carabajal. En su intento de cortar el balón, Carabajal desvió la trayectoria, dejando al delantero mano a mano con Villar. Con frialdad, el experimentado atacante selló el 3-1 definitivo.

Pese a la eliminación, la temporada continental de Independiente del Valle deja puntos positivos: volvió a estar entre los cuatro mejores de la Copa Sudamericana y sostuvo una identidad futbolística reconocible.

Además, en el ámbito local, tiene opciones aún de lograr un título y no irse con las manos vacías a final de temporada: es líder en la Liga Ecuabet con 70 puntos, sacando una ventaja de 10 unidades (con un partido menos) a su inmediato seguidor, Barcelona SC. (D)