Entre las actuaciones más destacadas del inicio de las Grandes Ligas vale mencionar el desempeño del dominicano Yermín Mercedes, de los Medias Blancas de Chicago, el primero en comenzar con ocho hits consecutivos. Según informaciones del Elias Sports Bureau, Mercedes es el primer pelotero en toda la ‘era moderna’ (desde 1900 a la fecha) en arranchar su campaña con ocho imparables seguidos. En el camino, Mercedes se convirtió también en el único beisbolista en la historia que ha iniciado su carrera como titular con ocho imparables de forma continua.

Otro que acapara la atención es el japonés Shohei Ohtani de los Angelinos de Los Ángeles, utilizado en un mismo juego como pitcher abridor y además en la posición de segundo en el orden de bateo de los Angelitos y pegando un enorme jonrón.

El domingo 4 de abril fue una noche para el recuerdo. Ohtani se enfrentó a Medias Blancas en su primera apertura en la que mantuvo un gran control, y exhibió una admirable velocidad con nueve lanzamientos de 160 kilómetros por hora y un cuadrangular que recorrió 137 metros de distancia.

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Esta es una época en que en la industria del béisbol de Grandes Ligas las estrellas se dedican a una sola tarea y se espera de ellas el máximo rendimiento. Hace muchas décadas que no se veía lo que hace Ohtani. Los lanzadores deben tener excelente estado físico, un brazo bien cuidado y almacenar en su memoria las habilidades, fortalezas, debilidades de los bateadores rivales. Siempre están revisando informes que les entregan sus coaches y scouts sobre el comportamiento de los adversarios y también se apoyan, en pleno juego, de datos que repasan sobre el bateador en turno.

Peloteros que cumplan una doble función como el japonés Ohtani siempre fueron escasos. Antaño, uno de ellos fue George Babe Ruth, que en 1918, todavía con los Medias Rojas de Boston, como serpentinero ganó 17 partidos, pero además disparó 11 jonrones. También eran capaces de lanzar y batear Don Newconbe, de Dodgers, que en 1955 sumó 20 victorias y conectó siete cuadrangulares; Don Drysdale en 1965, también con los Dodgers, tuvo 23 triunfos desde el montículo y siete batazos de cuatro esquinas. Que actualmente ocurran situaciones similares es casi imposible y por esta razón lo que hace Ohtani (26 años) en los Angelinos es admirable.

Estamos frente a un pelotero extraordinario que lanza y batea y esto es muy poco común en las Grandes Ligas.

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En el pasado al Reed Park llegó desde Panamá Encarnación Chón Aguilar, que voló 15 veces la barda, en cuatro temporadas fue líder en bateo, y desde el montículo ganó 22 partidos. Rafael Palillo Caicedo tuvo 17 victorias y varias veces fue líder con el madero. Héctor Ballesteros fue campeón de bateo con 23 tablazos y fue uno de los mejores lanzadores de todos los tiempos con 72 victorias. Félix Chamorro tuvo doce largos batazos y fue un efectivo serpentinero.

En la década del 70 destacaron Raúl Látigo Gutiérrez, cuatro veces ganador del título de bateo y gran lanzador, al igual con Francisco Panchón Sánchez, con un total de 42 jonronazos. En esa lista están, además, Ricardo Chico Rodríguez, con 15 bambinazos y fue un lanzador de mucho control; Efraín Rico, Bonifacio Morán -que despachó jonrón ante Perú en Sudamericano de 1966, y tres veces campeón de bateo; Álvaro Cañarte, fuerte serpentinero con 15 cuadrangulares en 1984, año en el que Álvaro Cornejo, lanzador zurdo, conectó tres vuelacercas.

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Más ejemplos. En un torneo panamericano juvenil jugado en el Yeyo Úraga, Cuba trajo en su nómina a Yulieski Gurriel, que brilla con los Astros de Houston; al polifuncional Kendry Morales como lanzador estelar y cuarto bate. Con solo 17 años Morales fue parte de la selección cubaba absoluta que ganó la del Copa del Mundo con batazo suyo con bases llenas en la final a China. Morales llegó a las Grandes Ligas en la que demostró su calidad y poder, pero que solo lo usaron como bateador.

El béisbol disfruta a Ohtani, pero su brazo de lanzar necesita descanso, está expuesto a lesiones y los Angelinos deben decir qué es lo mejor para el equipo y para él. (O)