Ecuador cayó 1-0 el pasado jueves ante Uruguay jugando mal, con rendimientos individuales bajos, nula gestión colectiva y un planteo temeroso, sin pizca de atrevimiento como corresponde a la idea futbolística que ha manejado durante toda su carrera el técnico argentino Gustavo Alfaro. Y no fue frente a una selección charrúa sólida, dominante, agresiva.