Rodrigo Borja Cevallos nació el 19 de junio de 1935 en Quito. Fue el primero de seis hijos procreados por Luis Felipe Borja de Alcázar y Aurelia Cevallos. Casado con Carmen Calisto, engendraron a Gabriela, María del Carmen, Rodrigo y Verónica. Sus estudios primarios los realizó en el Pensionado Borja y los secundarios en el colegio Americano, de la capital. Se graduó en 1960 de doctor en Jurisprudencia en la Universidad Central del Ecuador.

Los avatares de la política los experimentó en carne propia cuando tenía apenas 8 años. Toda la familia Borja Cevallos debió exiliarse en Lima entre 1942 y 1944. Su padre había sido acusado de haber participado en el asalto al Palacio de Gobierno en la presidencia de Carlos Arroyo del Río. Entre las principales funciones de Borja están haber sido diputado al Congreso Nacional, fundador del partido Izquierda Democrática, profesor de Ciencias Políticas, autor de cerca de una docena de libros, entre los que destacan Enciclopedia de la política y Recovecos de la historia. Fue presidente constitucional de la República del Ecuador de 1988 a 1992.

En su juventud fue gran aficionado a practicar fútbol, básquet, automovilismo y boxeo. Cuando se le pregunta sobre el pugilismo, Borja cuenta una anécdota: “Hice boxeo, aunque con otro nombre, porque mi padre lo único que me había prohibido era boxear. Entonces siempre me tomaba los nombres de mis compañeros de colegio. Pero un día un periodista descubrió mi nombre, lo publicó. Mi padre se enojó conmigo y me quitó el saludo por casi dos meses, porque incumplí la única prohibición que me había hecho en la vida”.

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Los deportes los practicó con gran intensidad y les dedicó alma y vida; pero, más pudo la presión de su padre, que era tenista, para inclinar a Rodrigo por el deporte blanco y comenzó en esta disciplina a los 16 años. A los 17 fue subcampeón de Pichincha bajo el mando de sus primeros entrenadores: Guillermo Vilac y Galo Pinto. El 26 de septiembre de 1953, la Federación Deportiva Nacional del Ecuador designó a los representantes tricolores a la disputa de las copas Mitre y Patiño, en Cali, Colombia.

La delegación la presidió Agustín Febres-Cordero. Como delegado viajó Jorge Durán Wauge y como director técnico Eduardo Aguirre Avilés. Los jugadores eran Galo Pinto, Guillermo Vilac y Carlos Hamburger, en séniors; y en júniors, para la Copa Patiño, Eduardo Zuleta, campeón ecuatoriano; Miguel Olvera, subcampeón, Germán Peñaherrera, tercero en el ranking, y Rodrigo Borja.

El 16 de octubre de 1953 el favorito Brasil ganó el título. Ecuador, en una buena actuación en ese Sudamericano, quedó segundo.

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Entre una de las anécdotas de ese torneo de Cali se conoce que Rodrigo Borja, con apenas 17 años, conquistó nada menos que a la hermosa reina de Colombia, Luz María Cruz, que había concurrido al aeropuerto de Cali para dar la bienvenida a la delegación ecuatoriana. Ese romance se prolongó durante el certamen y después del mismo, Borja prefirió quedarse para reemplazar a uno de los locutores de una radio colombiana por más de 15 días. El joven Borja tenía condiciones para ese oficio, porque en Quito ya participaba en radio HCJB La Voz de Los Andes.

En el campeonato nacional de 1953, en Guayaquil, Rodrigo Borja estuvo a punto de ganarle al Chivo Zuleta, que en esos días era casi invencible. El partido se jugó un mediodía en el Guayaquil Tenis Club y luego de varias horas, Zuleta lo derrotó en el tercer set. Consultado algún día Zuleta sobre ese partido, me conversó que él debió luchar mucho para vencer a Borja, y que por suerte su estilo de juego que era mantener mucho tiempo la pelota en cancha y el sol, que pegaba muy fuerte, desgastó mucho al futuro presidente de la República, que estuvo muy cerca de llevarse el último set.

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Zuleta expresó que su rival parecía una ardilla en la arcilla, porque llegaba a todas las contestaciones. El tipo de juego de Borja era variado. Su fortaleza era el golpe de drive, pero su debilidad el de revés. Tenía grandes reflejos, gran movilidad en la cancha y una resistencia notable. El tenis lo llevó siempre en sus venas. Retirado, lo siguió practicando tres a cuatro veces a la semana con sus grandes amigos Jaime Holguín, Germán Peñaherrera, César Cordovez, en un importante club de la capital.

Sobre el tenis en tiempo de la política, Borja, cuenta una particular vivencia: “Estábamos en Colombia en una reunión internacional de presidentes y en la cena habían hecho mesitas para cuatro personas y en mi mesa estaba el viejo Bush (George H. Bush, presidente de Estados Unidos). Estábamos charlando los cuatro ocupantes de la mesa y en un momento Bush me pregunta: ‘¿Usted, presidente Borja, juega tenis?’. Le dije: Sí presidente Bush, sí juego. Mire, a mi mujer la traigo a algunos de los viajes, pero a mi raqueta a todos. Se rieron los de la mesa. Me respondió: ‘Mañana, a las 07:00, antes de la sesión de presidentes jugamos, pero claro, jugamos dobles. Voy a jugar con el secretario de Estado que es mi compañero de tenis, busque usted un compañero”.

Sigue el relato de Rodrigo Borja: Yo había oído que Carlos Menem (presidente de Argentina) jugaba tenis. Crucé la sala del comedor, me fui a la mesa de Menem y le pregunté si podría jugar tenis, si había llevado la raqueta. Regresé a dar la buena noticia a Bush, pero descubrí que Menem dejaba mucho que desear como tenista. Devolvía la bola floja y nos masacraban los gringos. Después de unos días un amigo de Argentina me mandó una revista de deportes, en donde Menem me culpaba de esa pérdida. Entonces, un año después, nos encontramos con Menem en Cartagena, en una reunión internacional. Yo, con muy mala intención le dije si es que habría un juego de tenis nos enfrentemos. Y a Menem no se le ocurrió mejor cosa que llevar a toda su prensa a que vea el partido. Le gané 6-0 el primer set y en el segundo set lo tenía 5-0, pero yo quería dejarle ganar al menos un game y tuve que ponerme a perder bolas para que no quede 6-0, 6-0. Me daba vergüenza, pero quedamos 6-0, 6-1 y a la prensa de su país le explicó que la noche previa se había amanecido celebrando el cumpleaños de un amigo de la delegación argentina, que no había descansado lo suficiente. Dijo que esa era la razón por la que perdió catastróficamente”.

En el periodo en que fue presidente de la República a Borja le correspondió condecorar a Andrés Gómez por su triunfo en el Roland Garros de 1990. El día de la premiación se organizó, antes de la ceremonia, una práctica de tenis entre Gómez y Borja. Luego almorzaron en compañía de grandes figuras del tenis de Quito y en la tarde fue el homenaje. Borja ha sido amante de muchos deportes y los practicó con alma, vida y corazón. Político y escritor, es todo un personaje que por supuesto merece un espacio especial en la historia del tenis ecuatoriano. (O)

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