El Metro explota de gente. Sus fascinantes instalaciones se ven desbordadas de gente y de gritos, de cánticos y banderas. Todos hacia el mismo punto: la estación Lusail, donde finaliza la línea roja, y donde se yergue el imponente estadio con forma de nave, más exactamente de arca. Los miles de hinchas de Argentina son mayoría. Aunque no todos argentinos. Hay un porcentaje importante de árabes, paquistaníes, bengalíes que lucen la camiseta celeste y blanca con el número 10 de Messi. Hombres con túnica blanca y la bufanda albiceleste. Puede decirse con certeza que el continente asiático es partidario de Argentina. Lo dicen todos los extranjeros que residen aquí y que responden a muy diversas nacionalidades: “En mi país casi todos somos de Argentina. Y de Messi”. Es impresionante y la razón no es otra que el magnetismo de Leo. Lo mismo que sucede con él en Estados Unidos se replica en Asia. Lo que pasaba en otras épocas con Maradona y Pelé.