¡Qué lindo debe sentirse ser hincha del Liverpool en estos momentos...! Es una aplanadora que gana siempre, juega bien, humilla a su principal rival (5-0 y 4-0 al Manchester United en los dos clásicos de la temporada), pelea todos los títulos, los jugadores se abrazan, Klopp sonríe, el estadio abarrotado ovaciona... Es celestial. Al golear al United se subió por veinticuatro horas a la punta del campeonato cuando faltan seis jornadas; el miércoles ganó el City, recuperó el liderazgo y sigue un punto arriba. Los de la ciudad de Los Beatles están a un paso de alzarse con los cuatro torneos en disputa: Premier, Copa Inglesa (disputará la final ante el Chelsea), Liga de Campeones de Europa (es semifinalista) y Copa de la Liga, que ya conquistaron venciendo al Chelsea por penales.

De haberles podido preguntar a sus hinchas, seguramente el cuadro manchesteriano hubiese preferido entregar los puntos y no tener que enfrentar el infierno del Liverpool. Como en el 5-0 de octubre último, fue un apisonamiento. Le ganó en todos los sectores del campo, lo dominó a voluntad ejerciendo una presión bien alta, luego manejó la bola (74 % a 26 % de posesión solo en el primer tiempo) y buscó los movimientos exactos para perforar el arco de De Gea. Si existe el fútbol total, fue eso: presión, posesión, dominio, movilidad, precisión de pase, ambición, ataque, goles, armonía colectiva, destaques individuales. Conste que enfrente no estaban el Norwich o el Burnley, sino un rival lleno de historia y valuado en 722 millones de euros.

El United virtualmente no pudo hacer nada, apenas presentarse en Anfield y cumplir con el reglamento. La diferencia abismal, más que de funcionamiento, fue de estado anímico; el Manchester está diez metros bajo tierra, el Liverpool sobrevuela la estratósfera. Y esto se debe al clima excepcional que genera su conductor, el hombre de la eterna sonrisa.

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El Liverpool FC tiene ya una fecha de nacimiento y otra de renacimiento; la primera, la oficial, el 3 de junio de 1892, cuando su fundación; la segunda, extraoficial, el 8 de octubre de 2015, el día que firmó contrato Jürgen Norbert Klopp. Su fichaje fue, seguramente, la decisión más acertada de la historia del club. En los 25 años anteriores a la llegada del estratega de Stuttgart el cuadro rojo navegaba en un marasmo futbolístico mientras veía cómo su acérrimo rival, el Manchester United, embolsaba un título tras otro de la mano de Alex Ferguson. Pero, como en una partida de póquer, en un momento la suerte cambió de mano: se retiró del fútbol Sir Alex y el United se hundió en una ciénaga en la que la lleva ocho años fichando decenas de nombres caros e improductivos, sin alegrías y con muchas decepciones. En contraposición, desembarcó Klopp al Liverpool y le devolvió todo el esplendor. Con lo que queda claro, una vez más, que no son los futbolistas sino los grandes entrenadores los que guían el barco a la victoria.

En muchos casos, existe una frontera difusa entre los méritos de un entrenador y la calidad de sus jugadores. Es la sospecha que persigue a Guardiola: si el Barcelona de fábula era obra del técnico o de Iniesta, Messi, Xavi, Puyol, Busquets… En el caso de Klopp, queda claro que la obra es toda suya. Él armó pacientemente este plantel y lo tornó vencedor. La última pieza que agregó fue el colombiano Luis Díaz. Hace tiempo un sudamericano no entraba tan bien en un club de los poderosos de Europa. Hablamos de llegar, ser titular, figura inmediata, de hacer goles y brillar. Y conste que es un fichaje de invierno, por lo general alguien que entra en un grupo para tapar algún agujero, ser alternativa al principio e ir ensamblando de a poco. Sobre todo, en un equipo tan aceitado. Y donde ya había siete delanteros: Salah, Mané, Firmino, Diogo Jota, Origi, Minamino y Elliott. Lucho se salteó cinco vallas de una tacada. Ahí también está el mérito de Klopp, primero porque supo verlo, luego por entender que este era más que la mayoría y debía jugar. Sin que se le enoje nadie, lo puso apenas arribado. El resultado fue extraordinario. El martes, el guajiro marcó el primero de los cuatro goles y sirvió el tercero.

El DT de moda, un paternalista a la antigua

Klopp ya está en la galería de los grandes entrenadores de todos los tiempos. Su virtud esencial como líder es el grado de motivación excepcional que insufla a sus jugadores. Solo hay que ver la concentración y los anticipos de Andy Robertson, el lateral escocés, para entender la mentalidad con que juega cada partido este equipo. El ambiente que instauró es tan estimulante que, cuando hace un cambio, el futbolista que sale lo abraza y le sonríe. A la mayoría de sus colegas los miran mal o pasan de largo. Genio de la rotación, todos sus dirigidos tienen minutos, por ello están contentos así jueguen diez minutos. Buen ejemplo es que, en la definición por penales que les dio la Copa de la Liga ante el Chelsea, terminaron ejecutando -y convirtiendo- Divock Origi y Harvey Elliott. A todos les da confianza.

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Vale resaltar que, en el término de 14 días exactos, el Liverpool debió enfrentar cinco partidos durísimos: Benfica (3-1), Manchester City (2-2), Benfica (3-3), Manchester City (3-2) y Manchester United (4-0). Y al quinto salieron a jugar como si les fuera la vida, a devorarse al United. Cada vez muestran mayor apetito, es un grupo con una voracidad infrecuente, que no se relaja nunca, se sobrepone al cansancio y quiere ganar todo.

Salah, del Liverpool, bate a De Gea. Foto: PETER POWELL

Desde el 13 de agosto en que comenzó la temporada, el Liverpool lleva disputados 53 cotejos, suma 39 victorias y apenas 3 derrotas. Los héroes que lograron doblegarlo son el Leicester (1-0), el West Ham (3-2) y el Inter (1-0) en la Champions. Si gana los diez juegos que le restan, el Liverpool puede alzarse con todas las fichas que están sobre la mesa. Viéndolo jugar no parece imposible.

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Lo único que le falta a Klopp es un Balón de Oro para alguno de sus muchachos. Y eso también puede llegar este año: Mohamed Salah es artillero de la Premier, si además de ellos le agrega cuatro coronas, ni Benzema podrá quitarle el trofeo pese a su año de película.

Liverpool contrató en 2015 a Jurgen Klopp. Si el Manchester United fichaba en ese momento a Haaland y Mbappé, ¿quien hubiese hecho mejor campaña…? No tenemos ninguna duda: la suma de éxitos en estos casi siete años no hubiese cambiado. (D)