Fue una mezcla de dicha, orgullo y emoción, de sentirse como nunca italianos y tocar el cielo, abrazarlo, cantarle, pintarlo, esculpirlo. El grito y la corrida de Marco Tardelli en el segundo gol simbolizan toda la euforia de la patria de Da Vinci y Miguel Ángel por aquella sublime conquista del tricampeonato. La península entera estremecida, el viejo Calcio hizo cima en España 82. Venció en la final del mundo a Alemania 3 a 1 con absoluta claridad y un fútbol inteligente, de pierna fuerte y templada, demostrando que el coraje latino es tan o más contundente que el siempre alabado carácter germánico. Ya tenía Italia los títulos del 34 y 38, que cuentan, pero en tiempos muy incipientes. La de 1982 fue la consagración cumbre de la Azzurra, porque venía de eliminar a Brasil, Argentina y Polonia, tres cinturones negros. Y porque redondeó una final perfecta ante el más temido de todos.