Ninguna otra actividad hace más feliz a una nación que el fútbol. Un levantador de pesas gana una medalla de oro, bien; un boxeador logra un título mundial, qué bueno; un ciclista triunfa en el Giro de Italia, muy lindo. La Selección gana un partido de los grandes y sale el sol. No hay comparación. Nada genera tal sensación en la gente. El fútbol es transversal a todo el arco social de un país. Cuando gana la Selección, es un tsunami de alegría, una felicidad nacional sin divisiones. Y si se le gana a Argentina, más. Todos celebran el doble vencer a la Albiceleste. Vaya última o sea campeón del mundo, como ahora. A Brasil también, pero menos. Eso siente Colombia hoy: una dicha ciudadana que engloba a todos. La íntima satisfacción de sentirse buenos, ganadores.