El Mundial de los Mundiales. Si Catar 2022 resultó el torneo de las sorpresas, la mayor de todas fue que el minúsculo pedacito de mapa montó una Copa inolvidable. Todos dudaban de su capacidad organizativa “porque no tiene cultura futbolística” y por ser demasiado pequeño, pero no falló ni una lamparita, salió todo perfecto. Nadie protestó por nada. Y la diminutez terminó siendo una aliada del éxito, todo estaba a mano. Sin duda Catar será una bisagra y un listón altísimo para los anfitriones futuros. Para empezar: ¿dispondrán algo Estados Unidos, México y Canadá para facilitarles los traslados o la estadía a los hinchas visitantes…? Catar puso toda su infraestructura, su maravilloso sistema de transporte al servicio de la gente. Gratis. Hasta los hospitales eran gratuitos para los turistas durante ese mes. Quedan muchos puntos resaltantes en la libreta de apuntes. Desandémoslos.

La novedad. La refrigeración de los estadios, muy ligada al fabuloso despliegue físico de los equipos. Los jugadores tuvieron frescura garantizada en el rectángulo, con temperaturas de 20 a 22 grados. Revolucionario.

El acierto. La fecha de disputa. Los protagonistas llegaron con entre 20 y 25 partidos jugados al Mundial, no con 60 como es habitual cuando se realiza entre junio y julio. Eso mejoró la prestación física futbolìstica, estaban a punto.

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La duda. La FIFA bajó línea a los árbitros: adicionar todo el tiempo perdido que fuese necesario. Parece una medida justa, aunque en algunos casos se pasaron de rosca: Argentina-Francia tuvo 18 minutos de añadido entre el tiempo regular y el suplementario. Tal vez con 9 era suficiente. Debe regularse, pero está bien.

El filón. Es de suponer que FIFA sabrá advertir que ha ganado un fabuloso mercado potencial: el Asia, un gigante con cada vez mayor crecimiento económico. En Catar se vio a los hinchas asiáticos muy involucrados, han descubierto que ellos también son parte de la fiesta y pueden viajar, ir a los estadios, comprar camisetas, alentar, participar de este fenómeno que es la Copa Mundial.

La dimensión. Planetaria, que alcanzó en Catar el Mundial de fútbol, el mayor evento de cualquier índole. Se batieron los récords de teleaudiencia en los cinco continentes. Y durante un mes fue tapa de todos los diarios del mundo. El fútbol debería parafrasear a María Elena Walsh: “Tantas veces me mataron / Tantas veces me morí / Sin embargo estoy aquí / Resucitando”.

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El despertar. Del África. Marruecos llegó por primera vez a una semifinal del mundo. Y desató la locura en su país. Marca un camino: el de atreverse. Y Túnez lo siguió. Se demostraron a sí mismos que no son apenas participantes, pueden competir, Los dos, además, llevaron decenas de miles de hinchas y fueron la euforia total. Ghana y Senegal no lo hicieron mal, Camerún le ganó a Brasil.

La decepción. La rancia Europa detestó el torneo desde meses antes de iniciarse y fue el continente con menos aficionados presentes. Lo de España y Holanda, por poner un ejemplo, fue al menos llamativo: podían contarse perfectamente sus seguidores dado los poquitos que eran. El eurocentrismo de sus medios rozó la arrogancia. Y en el juego propiamente dicho, ningún equipo europeo deslumbró. Aquello de que, comparado con Sudamérica “juegan a otro deporte”, no fue tal.

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El quiebre. Catar 2022 cambió definitivamente la ecuación sobre el número uno de la historia. Para un amplísimo porcentaje, no menor del 80% según las encuestas en distintos países, Messi es ahora el indiscutido monarca por encima de Maradona y Pelé. Y la apreciación no se basa sólo en su calidad y en sus logros, sino en la época en que ha conseguido todo: esta es la de mayor grado de dificultad, sin duda. “Messi puede decir legítimamente que es el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos -explica sencillamente Mark Meadows, columnista de la Deutsche Welle (televisión alemana)-. Sí, el gran brasileño Pelé ganó tres Copas del Mundo, y sigue siendo el único que pudo hacerlo. Pero el fútbol era muy diferente en 1958, 1962 y 1970. Messi ha jugado en una época más feroz, con muchos más partidos y mucha más presión”.

La duda II. ¿Hasta cuándo seguirá Messi…? Para junio de 2026 tendrá 39 años. Parece imposible que llegue. ¿Podrá, querrá, estará sano…? Algunos dicen “que vaya de suplente, aunque sea”, “que juegue siquiera un partido y alcance los seis Mundiales”. Sólo él lo sabe. En tres años y medio pueden suceder tantas cosas…

El suceso. Este Mundial despejó cualquier duda: no hay ningún país del mundo donde el fútbol signifique más que en la Argentina.

* La decepción II. Varias: Bélgica, con una generación envejecida. Alemania, demasiado ocupada por el brazalete gay. Uruguay, que cree tener más de lo que realmente tiene. España, “el equipo de los mil pases”, es un novio tímido, da vueltas y vueltas y no concreta. También es cierto que tiene un plantel pobre. Y Dinamarca, cuya federación se dedicó básicamente a torpedear el torneo. Todos se volvieron temprano a casa.

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El fracaso. Cristiano Ronaldo. Llegó del Manchester United envuelto en polémicas y desplantes y los continuó con Portugal. Rescindió con el club dos días antes de debut, tal vez pensando que brillaría y haría goles con su selección y luego le lloverían ofertas. No jugó nada, perdió la titularidad, tuvo malos gestos con el técnico, sus compañeros ya no lo respaldan (apoyaron públicamente a su reemplazante, Gonçalo Ramos), el público portugués le bajó el pulgar y encima Messi fue campeón y estrella. Todo mal. Lo ofrecieron a toda Europa, nadie picó.

La revelación. También varias: Jude Bellingham (Inglaterra), Marcus Thuram y Kolo Muani (ambos de Francia), Enzo Fernández y Alexis Mac Allister (Argentina), Azzedine Ounahi (Marruecos), Dominic Livaković (Croacia), Gonçalo Ramos (Portugal), Salem Al-Dawsari (Arabia Saudita), autor del segundo gol a Argentina.

El encuentro. De muchas razas. Como pocas veces se mezclaron los hinchas árabes con africanos subsaharianos, indochinos, latinoamericanos, europeos. Y reinó un pacifismo absoluto. Hubo una aceptación del otro.

La revelación II. Entre los técnicos, Lionel Scaloni, quien en escasísimo tiempo pasó de ser el asistente del asistente a campeón de América y del mundo.

La revelación III. La amabilidad árabe. Siempre sufriendo de mala prensa, pudimos comprobar que es un pueblo amable, tranquilo, silencioso. No se incomodó por la visita de millones de hinchas, se puso a disposición. Grata comprobación.

El futuro. El futuro es Catar. Impresionante paisito. Y se dio un lujo asiático: organizar un Mundial. No es poco. (D)