Se sabe, Álex Aguinaga es el futbolista que más veces disputó la Copa América: ocho. Fue en 1987, 1989, 1991, 1993, 1995, 1999, 2001 y 2004. Increíble récord de participaciones, compartido con Ángel Romano, recordado puntero izquierdo uruguayo de los años 10 y 20. Ambos vivieron algo similar: comenzaron jóvenes e hilvanaron una sucesión de copas continuadas.

La salud y la calidad futbolística les permitieron estar en muchas. Romano arrancó en el nacimiento mismo del certamen, en 1916, e intervino en siete más hasta 1926. En ese tiempo se jugaba todos los años. Lo de Álex es quizá más meritorio porque debutó en el torneo de 1987 y se retiró en el de 2004, 17 años después.

Claro que el Loco fue seis veces campeón con Uruguay y el Güero ninguna, pero ello obedece al potencial de cada uno de sus países. En los albores del fútbol, Uruguay era indiscutiblemente la primera potencia mundial. En Europa no lo sabían hasta que debieron enfrentarlo en los Juegos Olímpicos (de 1924 y luego 1928).

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Conversando esta semana con el amigo y colega Alexis Tamayo, internacionalmente conocido como Mister Chip, concordamos en que la marca tiene alcance universal porque solo cuatro futbolistas disputaron ocho torneos continentales: Romano y Aguinaga, en América; el camerunés Rigobert Song y el egipcio Ahmed Hassan, ambos con ocho ediciones de Copa Africana. No hay más, ni en mundiales ni en Eurocopas. Álex, además, con un meritorio agregado: las disputó en tres décadas diferentes, dos en los 80, cuatro en los 90 y dos en los 2000.

“Nunca pensé en eso del récord. Me lo empezaron a decir justamente en el 2004, cuando lo alcancé. De haberlo sabido antes hubiera ido en 1997, a la que pedí no ir porque estaba extenuado. Aunque solo fuera para estar en la banca, jugar un partido… Y ya después no hubo más porque la siguiente edición fue en 2007 y yo me retiré del fútbol en el 2005. Lo increíble es que después de tantas copas y partidos, el recuerdo más fuerte que tengo es el del primer día, frente a Argentina en el debut, 1987, perdimos y yo fui suplente, pero ver a Maradona en cancha, que ese día hizo dos goles, uno de ellos con un tiro libre espectacular, en el estadio de River y Argentina que venía de ser campeón del mundo… Era una sensación extraordinaria. Ahí sí rogaba que el técnico me pusiera aunque fuera un ratito. No se dio, pero bueno, es parte del fútbol, te va endureciendo, fortaleciendo. En Brasil 1989 sí lo enfrenté a Maradona. Por eso, aunque la sufrí mucho, la Copa América fue el torneo que más disfruté; para mí, el Mundial que yo quería jugar, porque significaba enfrentar a los mejores jugadores del mundo y compararse con ellos, sentirse parte de la élite”.

Dialogamos largamente con Álex vía WhatsApp Buenos Aires-Ciudad de México. Un placer, como siempre, un sujeto inteligente y de firme personalidad para opinar, con criterio y serenidad, pero sin arrugue de barrera. Has tenido suerte en algo, Álex, justo te llaman para tu primera Copa con 18 años y empieza a jugarse cada dos años. Agarraste una tras otra. “Llegué con 18 y cumplí 19 estando en Buenos Aires, el 9 de julio, en plena disputa del torneo. Fue la primera de ocho. Y pude haber disputado nueve, no fui a la de Bolivia en 1997 porque estábamos con la Eliminatoria también, habíamos llegado a las finales del campeonato mexicano con el Necaxa, venía saturado de partidos y no tenía vacaciones desde 1993, así que hablé con Maturana para dejar pasar esa edición. Sentía que no me daban las piernas”.

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No guarda un recuerdo grato de aquel estreno americano en Argentina 1987. “Se había armado un grupo maravilloso, con gente joven, a las órdenes del técnico Luis Grimaldi: Raúl Avilés, Pietro Marsetti, Kléber Fajardo, Wilson Macías, Carlos Morales, que tendría 21 o 22 años, la Boa (Luis) Carrión, Bolívar Mosquera, Geovanny Mera. Faltando una semana estábamos en Florianópolis para jugar un amistoso de preparación ante Brasil y el día anterior llegaron desde Ecuador cuatro jugadores grandes, que no estaban en el proceso. Grimaldi nos llamó a los que ocupábamos los puestos de ellos y nos dijo: “Bueno, vamos a tener refuerzos para la Copa América”. ¿La verdad?, nos bajó la pila a todos. No dije nada porque era un jugador tranquilo, muy callado, pero en lo personal me afectó muchísimo. Al día siguiente los puso, un volante por derecha, que era mi puesto, un centrodelantero, un defensa central… Perdimos 4-1 contra Brasil. Él miraba para la banca a ver qué cambio podía hacer y ninguno quería entrar, mirábamos para otro lado, nos sentíamos traicionados. Los muchachos que se agregaron fueron José Jacinto Vega, Galo Vásquez, Jaime Baldeón y Lupo Quiñónez. Ellos no tenían la culpa, a los dirigentes y al técnico les dio miedo que fuéramos a la Copa con un equipo joven. Así nos fue, jugaron los mayores y arrancamos perdiendo 3-0 con Argentina. Después empatamos 1-1 con Perú y nos volvimos pronto a casa” .

Toda la ilusión de jugar tan joven una Copa se te derrumbó por lo deportivo. “Exacto. Pero eso no me cambió lo que sentía, para mí la Copa América es el torneo más lindo que existe en el mundo, y yo he jugado un Mundial, eh... La comparo con la Eurocopa. Reunía a los mejores jugadores, que en ese momento eran los sudamericanos, y cada equipo iba con lo mejor, no se guardaban nada. Ahora vienen pero con mucho desgaste, porque han jugado demasiados partidos en el año y ponen muchos peros para calzarse la camiseta. Los mejores 10 del fútbol mundial eran de acá: Diego Maradona, el Pibe Valderrama, Enzo Francescoli, el Diablo Etcheverry, estaba yo, en Brasil jugaba Rivaldo… Había otro nivel, no el actual”.

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Luego vendrían siete copas más. Y muchas vivencias. (O)