Ya en la ceremonia de los himnos algo nos hacía ruido; y no eran los acordes, fue verlo a Antonio Valencia ancho, grueso, como un peso pesado. ¿Es así naturalmente…? Porque una cosa es ser corpulento y otra esto… Enseguida recibimos el tuit de un amigo: “¿Me parece a mí o está gordo…?”. Lo dejamos pasar. Eso quedaría en anécdota cuando empezó a rodar la número cinco. Y ahí ya se pasó de lo anecdótico a lo inquietante. Miramos hacia atrás, buscamos en la memoria y no recordamos un debut tan decepcionante de un equipo en la Copa América como este de Ecuador. Conste que el de Argentina ante Colombia fue malo; aunque eso se sabía, Argentina es todo un gran desbarajuste más Lionel Messi. De Ecuador esperábamos otra cosa.

Las Copas Américas de los años 60 o 70 eran más caseritas, sin tanta pompa, algunas selecciones ni iban, Brasil llevó dos veces equipos estaduales, se nombraban técnicos y equipos quince días antes… En cambio, la Copa actual creció en exigencia, tiene alta repercusión, la ve el mundo, genera expectativa, da o quita prestigio. Puede voltear técnicos y acabar procesos. No se la puede encarar con la desconcentración y la liviandad exhibida por Ecuador. Nadie puede entrar tan relajado a jugarle a Uruguay, una representación con seguro de entrega, compromiso y actitud.

Hay mucha playa en Brasil, pero no era un partido playero. Había que asumirlo con máxima seriedad, respeto y entrega por la camiseta, por la gente del país que está mirando y alentando ilusionada. La camiseta es la representación nacional.

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Fue Uruguay 4, Ecuador 0, aunque todos sabemos que pudo ser más grave. Y que en el desarrollo sí resultó más alarmante. Le hizo precio Uruguay. A los 10 minutos ya el cielo pintaba nubarrones. A los 24m, tras la expulsión de Quinteros, se veía sobrevolar la tormenta. Es inentendible el comportamiento del lateral de Liga; ¿cómo podía pensar en parar a los delanteros celestes a codazos…? ¡Hay VAR…! Tuvo suerte en el primero, casi zafa del segundo, pero a Marcelo Lodeiro comenzó a manarle sangre y le cambiaron amarilla por roja. Sobre que llovía, se le voló el paraguas a Ecuador. Si con once lo estaban superando, con diez fue abrumador.

Antes de eso, Quinteros no había estado feliz en el tempranero gol de Lodeiro. El uruguayo paró un centro de Luis Suárez frente a la mirada de Intriago (solo la mirada), la acomodó sin problemas gracias a la inacción de Quinteros y cuando se aproximaba Mina sacó el zurdazo que batió a Domínguez. Casi un gol de vestuario. Entre paréntesis: Mina no puede decir que en River no lo quisieron por racismo; eso fue un ardid de su representante para poder colocarlo en otra plaza. La gente de River lo ovacionó desde la primera bola que tocó, luego el cariño fue decreciendo a medida que él se iba apagando. Hasta desaparecer poco a poco.

Uruguay –todos los sabemos– mientras esté Óscar Tabárez será un rival temible, bien plantado, con orden, un plan y mucho sacrificio. Aparte de un buen Lodeiro, Suárez y Cavani fueron dos demonios, demasiado para esta defensa tricolor, que pagó caro la falta de contención del mediocampo. La línea de medios defensivos –Antonio Valencia, Intriago, Orejuela– fue invisible. Eso recargó el trabajo de los de atrás, sobre todo el de Arturo Mina y Gabriel Achilier, porque los laterales fueron desbordados también. Pasaba medio mundo y era lógico presagiar una derrota abultada. Domínguez, muy compenetrado pese al vendaval, mantuvo la vertical con buena presencia de ánimo y salvó al menos tres veces que las cifras se estiraran.

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Fue un fracaso general. Hasta Bolivia le hizo más partido a Brasil. La derrota, el menos cuatro de diferencia de gol y los dos durísimos partidos que restan –Chile y Japón– tornan utópicas las posibilidades de clasificación.

Pareció un Ecuador de otras épocas. Fue impotente, con cero combatividad, sin el menor atisbo de rebeldía ni respuestas tácticas. La responsabilidad es conjunta, de los jugadores y del técnico. Bolillo los eligió, los entrenó, diseñó la táctica. Según noticias procedentes de Ecuador, Hernán Darío Gómez no pasaría de esta Copa América. Conviene recordar que se está volviendo hábito. La presión mediática y popular nunca aprobó a Reinaldo Rueda, a quien tendrá enfrente el viernes. Lo incomodaron hasta lo indecible, pese a clasificar al Mundial y no hacer una mala primera fase en Brasil 2014. Luego hostigaron a Gustavo Quinteros y también debió dejar el cargo cuando se había hecho una buena primera rueda en la Eliminatoria. Quizás los conductores no estuvieran dando resultados, pero también hay que analizar el material disponible. ¿Cuál es la figura de este equipo…? ¿Quedó algún talento sin traer…?

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Siempre un entrenador importante puede potenciar a un grupo de jugadores y sacarles el máximo rendimiento, también un buen sistema táctico es capaz de mejorar las prestaciones; sin embargo, hay un límite: la capacidad individual. Porque al fútbol no se juega con muñequitos. Algo similar acontece en Argentina: Scaloni como técnico es un error dirigencial, pero ¿tiene futbolistas Argentina para armar un gran equipo? No. Fernando Niembro, colega que comparte los días con nosotros en Bahía, coincidía: “No hay jugadores. Tal vez se podría armar un equipo de corredores, de tipos de marca para pelear los partidos, para jugar no”.

En Chile llevaron a Reinaldo Rueda para hacer una renovación y armar una selección hacia el futuro. Buscó, rebuscó y no encontró nada. Decidió volver atrás y convocó a los bicampeones, a excepción de Valdivia (36 años en octubre próximo) y Claudio Bravo y Marcelo Díaz, vetados por el resto del plantel. No podía tirar una generación sin tener otra.

Puede que Bolillo Gómez no sea el adecuado, pero ¿están los jugadores adecuados…? Si Achilier, Mina, Quinteros, Béder, Intriago, etcétera, son los malos, ¿cuáles son los buenos…? (O)

 

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Puede que Bolillo Gómez no sea el adecuado, pero ¿están los jugadores adecuados…? Si Achilier, Mina, Quinteros, Béder, Intriago, etcétera, son los malos ¿cuáles son los buenos…?