Todos hablan español, pero nadie lo usa, los mayores lo ignoran deliberadamente, los jóvenes porque ya no es su idioma de educación. Se fuma mucho, sobre todo las mujeres, por la calle. La vemos como una ciudad abierta, internacional, moderna. Se respira europeísmo, riguroso primer mundo. En realidad no parece una ciudad sino un estado, con su lengua, su identidad propia, su orgullo, sus costumbres, su independencia (y potencia) económica.