En el 2017 Gonzalo Zurita Martínez nos sorprendió con un libro biográfico que condensa la vida deportiva de una de las leyendas del tenis y una gloria viviente del deporte guayaquileño, nacional e internacional: el gran Miguel Olvera Mora.

El pasado día 5 de este mes Miguel cumplió 80 años de fructífera vida. Es un orgulloso salitreño, pero pertenece también a Guayaquil donde nació a la actividad deportiva, a nuestro país al que llevó a las más altas cumbres y al mundo entero cuyas canchas regó con su tenis maravilloso.

Detengámonos unos instantes en el autor. Gonzalo Zurita ha estado casi toda su vida cerca del tenis. Lo conocí y disfruto de su amistad desde que nos encontramos hace unos pocos años en Panathlon Club y supe de su devoción al deporte. Es un ciudadano de alta intelectualidad, graduado de ingeniero civil en Vilanova University, con una maestría en ciencias políticas en la misma universidad, a lo que se agrega una maestría en finanzas en Florida International University. Mantiene un blog sobre temas políticos y económicos (www.GAZReport) y es colaborador del programa Punto de Orden en Radio Centro. Ha sido decano y catedrático de diversas universidades de Estados Unidos, Brasil y Ecuador. Toda su actividad empresarial no le ha impedido seguir cerca del tenis, pues ha jugado dos campeonatos mundiales seniors de este deporte y es el director de los torneos seniors de la International Tennis Federation (ITF en Ecuador) y habitualmente juega algunos de los torneos ITF sudamericanos en uno de los cuales fue campeón sudamericano por equipos en 2007 junto con Juan Miguel Olvera. Su mejor ranking ha sido 113 en el mundo (2010), 89 en dobles (2017) y 77 en dobles mixtos (2016).

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El libro, elegantemente editado para conmemorar el cincuentenario de la victoria ante Estados Unidos por la Copa Davis, me sorprendió. En un medio en el que es usual editar historias sin ningún rigor documental, la biografía de Olvera (El incansable Miguel Olvera, la vida de un campeón es el título) es un hallazgo intelectual. Está escrito en un estilo claro y transparente; con absoluto dominio del léxico castellano y con una gran investigación histórica, lo que no es usual salvo raras excepciones. La vida de Miguel es recorrida al milímetro a través de su peregrinaje por el mundo; los detalles son exhaustivos, pero el estilo del autor impide el cansancio que a veces traen los detalles minuciosos. La redacción de Zurita muestra una verdad enunciada hace muchos años por el escritor español José Ortega y Gassett: la claridad es la cortesía de los inteligentes.

Tengo una antigua admiración por Miguel Olvera a quien me liga una amistad de más de medio siglo. Tal como lo dice el autor en la presentación del libro, Olvera ha sido “el honrado niño humilde, descubridor en su época de un deporte de gente influyente y adinerada; al adolescente valiente ante las limitaciones y descarado ante la adversidad; el prodigioso jugador amateur y profesional, el valioso profesor y maestro de la mejor generación de tenistas producidos en la historia del Ecuador. En resumen, el hombre que más le ha entregado al tenis ecuatoriano desde que comenzó su vinculación con una raqueta de tenis el año 1948”.

Recuerdo cuando leía las notas periodísticas de EL UNIVERSO en los años 50 y veía las fotos de ese chiquillo morenito, delgado, ya metido en los duelos tenísticos con los mejores de entonces: los capitalinos Galo Pinto y Guillermo Vilac, a los que destronaría luego. También sus primeras incursiones internacionales con 14 años, junto con Eduardo Zuleta, Tomás Borja y Sixto Suárez por la Copa Patiño. Debido a cuestiones estatutarias en el Guayaquil Tenis Club, Olvera debió afiliarse al Sport Patria, tal como en 1937 debió hacerlo el legendario Pancho Segura, afiliado por Liga Deportiva Estudiantil.

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Hay algo que permanece en mi memoria: la campaña realizada por Manuel Chicken Palacios y su programa Coctel deportivo de Radio Cristal, para que Olvera y Zuleta pudieran viajar al exterior cuando la fama de nuestros tenistas había rebasado las fronteras. Se unió así el popular programa a los esfuerzos del Guayaquil Tenis Club que ha sido siempre la casa de Miguel. Viajó junto con su partner el también famoso Chivo Zuleta por los cinco continentes. Es imposible detallar todo el peregrinaje victorioso de ambos (para eso está el libro de Gonzalo). Entre sus derrotados están las más rutilantes estrellas: Manolo Santana, Earl Buchholz, Frank Froehling, Fausto Gardini, Gardnar Mulloy y muchos más. En nuestro continente venció a tenistas de gran relieve como los colombianos William Álvarez, Iván Molina y Jairo Velasco; a los chilenos Patricio Cornejo, Patricio Rodríguez y Jaime Fillol; a los brasileños Carlos Fernandes, Édison Mandarino y Thomas Koch, y a los argentinos Julián Ganzábal y Guillermo Vilas, por citar unos pocos nombres. Fue un destacado participante en los torneos de Roland Garros, Wimbledon, Forest Hill, el Abierto de Italia y, en general, todos los certámenes de su época.

Los que vivimos el tenis de los años 60 retenemos en nuestra memoria dos eventos apasionantes que nos dieron orgullo y emoción. Primero, el Sudamericano de 1962 jugado en el estadio Segura Cano con Olvera y Zuleta como principales raquetas. Vencieron a Chile y Argentina, pero en la final estaba Brasil con pretensiones de inderrotable gracias a la fama de Fernandes y Koch. En una emocionante definición Olvera venció al gigante Koch y logró el quinto punto que nos daba la corona. Tal como lo cita el autor del libro fue la primera gran victoria por equipos conseguida en territorio ecuatoriano en cualquier disciplina colectiva.

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Luego, la hazaña de derrotar en 1967 a EE.UU. en la Copa Davis, portentosa victoria que remeció como un sismo de magnitud 10 en la escala de Richter al mundo del tenis. Olvera llegaría “a su consagración definitiva, a su paso a la inmortalidad como leyenda de nuestro deporte”, dice Danilo Carrera Drouet en el prólogo del libro. Y agrega que Olvera (27 años) y Pancho Guzmán (21 años) “fueron las figuras que terminaron imponiéndose con autoridad ante el equipo estadounidense integrado por los singlistas Arthur Ashe y Cliff Richey, y los doblistas Clark Graebner y Martin Riessen. Fue un triunfo tan apoteósico como inesperado, teniendo en cuenta los pergaminos de los que este llegó precedido”. Es uno de los momentos más emocionantes que se recuerden.

Como lo refiere Gonzalo Martínez, Olvera será “recordado como un verdadero guerrero, mentalmente indoblegable, ejemplar jugador, habilidoso y veloz como pocos se han visto, intuitivo como los mejores que alguna vez pisaron las más importantes canchas del mundo”.

¡Salud, querido Miguelito, por tus 80 años y todo lo que nos diste! ¡Gracias a Gonzalo Zurita por tan bello libro! (O)