Javier Sotomayor le tenía miedo a las alturas. Pero venció sus temores y logró saltar tan alto que, hasta hoy, nadie ha conseguido superarlo. Han pasado 25 años de aquella hazaña que le dio a Cuba un récord imbatible.

Pista de atletismo de Salamanca. 27 de julio de 1993. Sotomayor ya tenía en su haber los récords de 2,43 m y 2,44 m en salto alto. Pero quería más. Respira profundo. Dibuja el salto en su mente. Corre. Salta. Roza ligeramente la varilla, pero sus piernas pasan limpias y esta no cae. Es una nueva marca mundial: 2,45 m.

“La gente habla de los 25 años de mi récord mundial. Pero para mí ya van 30 años como recordista. Porque de no haberme superado (yo mismo) habría tenido 30 años con el récord. El 2,43 que hice en 1988 nadie lo ha superado tampoco”, dice Soto.

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El atleta cubano, hoy con 50 años y cuatro hijos, creó una técnica propia. “Yo cambiaba el último paso, que supuestamente debe ser el más corto de los últimos 3. En la práctica para mí era el más largo. Yo viraba mucho el pie”, explica. Saltomayor aprovechaba al máximo la fortaleza de sus tendones en la pierna.

Su técnica le permitió además pedir que le cambiaran el orden de los clavos de sus zapatos de salto, reforzando el lado donde él se apoyaba más. Temor a las alturas

Eso sí, su técnica funcionaba en clima seco. En suelo mojado podía resbalarse. Por ello, solo obtuvo plata en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, recuerda el atleta de 1,96 metros de altura.

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Pero antes del éxito, este muchacho de Limonar, provincia de Matanzas, le tuvo miedo a las alturas. “A los 10 años le temía a las alturas, a los 14 comencé a convencerme de que podría ser un gran saltador. Desde entonces me puse metas ambiciosas”, narra.

“El miedo se pierde con la práctica”, explica.

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Dice que lo que se proponía, lo saltaba, pero al siguiente nivel volvía el miedo. Aunque con ese miedo llegó a saltar 2 metros. “Con mi entrenador, poco a poco se me fue quitando el miedo a las alturas”, detalla. Ya profesional, para terminar de matar al miedo, se lanzó en paracaídas.

Entre sus galardones más significativos, Sotomayor tiene medallas olímpicas de oro en Barcelona 1992 (2,43 m) y de plata en Sídney 2000 (2,29 m) y tres medallas de oro en Juegos Panamericanos: Indianápolis 1987 (2,32 m), La Habana 1991 (2,35 m) y Mar del Plata 1995 (2,40 m).

Eran épocas en que Cuba atravesaba por una severa crisis económica, tras la caída de la Unión Soviética. “Tuve mis mejores momentos en el tiempo en que Cuba más los necesitaba (...). Le puede dar una alegría al pueblo. Tuve el apoyo de mi gente. Fue simultáneo lo que yo hice con el pueblo y lo que el pueblo hizo conmigo”, detalla.

Hubo una cuarta medalla de oro en Winnipeg 1999 que le fue retirada por una acusación de dopaje. “Muchas personas creyeron en mi inocencia, entre ellas Fidel (Castro). A raíz que él creyó en mí hubo muchísimas acciones para demostrar mi inocencia”, narra.

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Sotomayor y las autoridades cubanas argumentaron que hubo irregularidades en el manejo de sus pruebas. “Con la cantidad que decían que había ingerido, era imposible saltar, imposible mantenerme en vida (...). En Cuba somos atletas limpios”, precisa.

“Desde 2013, (el catarí Mutaz Essa) Barshim y (el ucraniano Bohdan) Bondarenko son los que más cerca han estado del récord mundial. Barshim es el que más se ha mantenido y lo veo más con posibilidades para romper el récord de salto alto”.

No es que festejaría que me rompan el récord del mundo, pero estoy convencido de que un día alguien me va a superarJavier Sotomayor, exatleta

(D)