Es una excelente pregunta que bien puede ser planteada y analizada en su forma y fondo por la dirigencia y por el propio periodismo especializado en fútbol. Tal interrogante que ahora planteo es:

¿Qué pasa con nuestros entrenadores-técnicos en el campo del profesionalismo?

La cifra de técnicos extranjeros es abismal (75%) y causa un desgarro mental; de los doce clubes que militan en la primera A –serie estelar– cinco son de origen uruguayo, tres argentinos, uno colombiano y tres de nuestra casa.

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De esta cifra matemática nace el título de la columna, que puede direccionar opiniones divididas, como si tendrán méritos suficientes los extranjeros para dirigir tan alto número de equipos en el país, respuesta que únicamente puede ser dada y vertida por la dirigencia, como también las debidas razones y explicaciones para no contratar elementos ecuatorianos.

Estando en pleno siglo XXI, aún se vislumbran correctivos que en un corto tiempo, no más de dos a cuatro años, la dirigencia puede otorgarles tareas de élite en el manejo de los conjuntos a los técnicos nacionales que demuestren conocimientos, carácter, personalidad y ejemplo de trabajo. Tales caminos pueden ser iniciados con los siguientes referentes que enumeramos:

1. En un equipo si el DT es extranjero, el preparador físico y el asistente de campo y de arqueros sean ecuatorianos;

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2. Que en los equipos de la primera B y segunda categoría los componentes del cuerpo técnico sean nacionales;

3. Que los conjuntos de reserva y categorías menores de los equipos sean orientados por entrenadores locales;

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4. Que las divisiones formativas tanto de clubes como de selecciones sean dirigidas por ecuatorianos; y:

5. De ser técnico extranjero a nivel de selecciones, el preparador físico y los asistentes sean nacionales.

Y puede molestar o herir la siguiente reflexión: el arranque y la cosecha de talentos para que Ecuador haya asistido hasta el instante a tres mundiales se debe al trabajo de esos próceres entrenadores de las series formativas, con partida de nacimiento de ecuatorianos. Letras por demás verídicas… (O)