Desde que tenemos una nueva Ley de Educación Superior que determina el número de profesores con títulos de cuarto nivel que necesitan las universidades para poder funcionar, las discusiones sobre este tema son numerosas.

Casi de forma mágica, profesionales universitarios que tienen una trayectoria de trabajo importante pero que por algún motivo no tuvieron la oportunidad o el deseo de realizar un doctorado, ahora buscan de forma desesperada programas que los acepten a pesar de sus edades y en algunos casos de sus pocas ganas de participar en programas académicos que los aparten de sus intereses y actividades habituales.

Sin duda alguna, los profesores universitarios deben tener una formación rigurosa para poder enseñar en centros de educación superior. Lo cuestionable es cómo a través de una ley y con periodos pocos reales se intenta cambiar la estructura del profesorado universitario en un país donde los títulos hasta hace poco no eran un requisito esencial para cumplir con esta actividad.

Por otro lado, ahora hay cientos de jóvenes profesionales que gracias a un bondadoso programa de becas pueden realizar sus estudios de posgrado en centros de educación internacionales. Esperemos que esta inversión genere, a mediano y largo plazos, profesionales que regresen al país con nuevas ideas y conocimientos que puedan ser aplicados para el bienestar nacional.

Pero, al momento de escoger la universidad o instituto en donde efectuar estos estudios, ¿qué información tienen los interesados en hacer una maestría, doctorado o diplomado? ¿Quién, antes de subirse en un avión y despedirse emotivamente de sus familiares, ha investigado a profundidad si el programa que va a realizar es reconocido oficialmente por autoridades de educación del país en donde realizarán los estudios?

El problema de innumerables personas al momento es que al regreso de sus estudios, de maestría, por ejemplo, han encontrado que estos títulos no pueden registrarse a nivel nacional por ser títulos no reconocidos oficialmente en los países en donde estudiaron.

¿Quién conoce lo que es un título propio? Personalmente, es un concepto que entendí hace poco. Haciendo una rápida búsqueda en internet se encuentran múltiples sitios que explican esta noción. En España hay una diferencia muy importante entre lo que es un título propio y uno oficial. Cito como ejemplo una de las explicaciones encontradas: “Los posgrados oficiales se caracterizan por estar regulados desde su proceso de creación, ser reconocidos a nivel nacional y dentro de toda la Unión Europea y la posibilidad de acceder a un doctorado a través de ellos. Los privados, por su parte, carecen de valor oficial, y son impartidos por universidades privadas o escuelas de negocios. Su orientación es básicamente profesional”. No hay muchas posibilidades de interpretación: un título oficial tiene reconocimiento por las autoridades nacionales de educación y los títulos propios, no.

Por este motivo, en el Ecuador no pueden registrarse oficialmente estos títulos. Esto no quiere decir que el entrenamiento y conocimientos adquiridos dentro de los programas que culminan con la obtención de un título propio no tengan validez. Dependiendo del pénsum de estudios y de la seriedad de la institución, lo aprendido puede contribuir significativamente a la formación profesional y ofrecerá nuevas oportunidades a las personas que cursen este tipo de estudios.

Es comprensible la desilusión o frustración de jóvenes profesionales quienes, haciendo grandes sacrificios, han accedido a estos programas de educación y quienes al regreso al país o durante la ejecución de sus estudios conocen que sus títulos no son oficiales.

Parecería que la mejor solución para este problema es que los interesados en realizar estudios de posgrado en el extranjero se informen adecuadamente, no solo de los contenidos de los programas ofrecidos sino de la validez de los títulos que se obtienen. Se debería revisar la información que existe sobre estos programas y ver si las instituciones brindan una información clara sobre sus ofertas académicas. Las autoridades nacionales encargadas de esta temática son las que tienen una gran responsabilidad, ya que ellas deben constituirse en una guía sobre las características de los distintos sistemas y modalidades de estos estudios en los diferentes países. Además, si son estudiantes que reciben financiamiento del Estado es lógico que exista un total conocimiento de la naturaleza del título a obtenerse.

Es una pena lo que ha sucedido. Seguramente habrá que encontrar algún tipo de reconocimiento a los títulos propios porque el esfuerzo está realizado. Sin embargo, lo que no es posible, si queremos construir un sistema nacional de educación superior serio, es registrar títulos que no son oficiales en el país en el que se los obtuvo ni son reconocidos a nivel internacional.

* Vicedecana y coordinadora de Biotecnología del Colegio de Ciencias Biológicas y Ambientales. Universidad San Francisco de Quito.