Compartir mesa y café con un conejo, un gato o incluso una cabra forma parte de la variopinta oferta de ocio en Japón, un país en el que los bares con animales se abren paso para satisfacer a los devotos de esta excéntrica afición.
En los últimos años los establecimientos de este tipo han ganado popularidad en la capital nipona, empujados por la gran acogida de las pioneras “cafeterías de gatos” o “neko café”, convertidas en toda una sensación desde que abriera la primera en el 2004.
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Pensados para los amantes de los animales, estos negocios tienen como norma cobrar una entrada, cuya cuantía depende del tiempo que el cliente quiera permanecer en el local acompañado de una o varias de estas mascotas. A ese precio se suman extras como bebidas, dulces o alimentos para los animales que, por lo general, deambulan en libertad por el local.
En pocos años, a los bares de felinos se han ido sumando todo tipo de mascotas como perros, pájaros e incluso un “reptil café” en la ciudad de Yokohama, vecina a Tokio, con serpientes, tortugas o lagartos con los que “jugar” mientras se disfruta un bollo acompañado de café. El éxito de estos lugares se explica por las normas, sobre todo en Tokio, que impiden tener animales en apartamentos alquilados, por lo que aficionados acuden a estas cafeterías para acariciar a las mascotas.
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Pese a las quejas de asociaciones de animales contrarias a esta práctica y la rigurosa legislación nipona para garantizar la sanidad y el bienestar de las mascotas, en los últimos años han nacido extravagantes locales. Uno de ellos es el Sakuragaoka Café, un restaurante situado en el barrio tokiota de Shibuya, con dos inquilinos, Sakura y Chocolat, cabras que ya son un fenómeno social.
Poseedoras de su propia cuenta de Ttwitter (@shibuyagi_sc), tienen además una línea de bolsos con su imagen, un libro de fotografías a la venta en Amazon.com y un blog (ameblo.jp/shibuyagiblog).
Además de tomar algo en la terraza contigua a la “vivienda” habilitada para las cabras, los clientes pueden también reservar hora para dar un paseo con ellas. A una media hora a pie, al lado de Neko dori, se encuentra Ra.a.g.f, un café con 20 conejos hembras, que abrió sus puertas en el 2011. En este diminuto y recóndito lugar se puede, por unos $ 7,6, disfrutar de media hora rodeado de conejos.
“El negocio va bien gracias al boca a boca y al interés que ha despertado en los medios de comunicación”, aseguró Ryoka Sasaki, la encargada del establecimiento. Al lugar acuden cada día una media de 30 personas entre semana y un centenar los fines de semana y festivos, con clientes de todas las edades, de los que muchos llevan a la tienda sus propios conejos para que se relacionen y correteen por el local con los de su raza.
La clave del éxito, según Sasaki, radica en el tsun dere, un concepto nipón que destapa la naturaleza distante, pero a la vez cariñosa, de los conejos. Al margen del café y la compañía animal, el establecimiento también se dedica a la venta de los conejos (por unos $ 318) la pieza, y jaulas, comida y trajes.
Entre los ocupantes de la cafetería destaca Mitsu, una coneja de raza francesa de más de seis kilos que nació el 11 de marzo del 2011, día en que Japón sufrió el devastador terremoto y tsunami en el noreste del país.
Señorial, ruidosa y mimosa, es de las pocas en la tienda a las que no se le permite, por su tamaño, salir de la jaula para engatusar a los clientes. Aunque confinada tras sus barrotes pierda la cabeza, como el resto, por un cachito de manzana.