La abuela solía decir que a quien Dios no le dio hijos, el Diablo le dio sobrinos. Entre mis 10 y 15 años yo estaba segura de que el Diablo me dio ¡3 hermanas!, horribles, odiosas y malas. Mi hermana Pati, la más cercana a mí, era tal vez la peor de todas, insoportablemente ordenada, aplicada, “ejemplito” la muy hipócrita; Susi era levemente mejor, era aplicada pero no tan ordenada, pero tenía un defecto terrible: una incapacidad mental que le prohibía mentir; y Alicia, si bien era vaga y un poco mentirosa, me tentaba al mal. Entrar a su habitación y no hacer travesuras con sus ropas vaporosas, sus collares divinos y sus perfumes exquisitos ¡era misión imposible!
Mis 3 hermanas se confabularon para hacer mi vida desgraciada. Yo siempre terminaba llorando por culpa de ellas, expulsada de sus dormitorios llegaba a buscar consuelo donde papá, iba con el chisme a cuestas a contarle la pelea, pero él sabiamente repetía para pelear se necesitan dos, ¿qué hiciste tú?
La política a veces coloca a los hermanos en distintos bandos. Conozco de algunos casos de hermanos que mientras unos están con el régimen, otros están en su contra. Ambos tienen sus razones y ninguno tiene que ceder, eso precisamente es la libertad de pensamiento; sin embargo, hay hermanos y hermanos. Es triste ver cuando un hermano, pretendiendo ser gracioso, aprovechándose de espacios mediáticos y sin darse cuenta quién mueve sus hilos de marioneta, forma un movimiento político traído de los pelos, sin medir la trascendencia de sus actos y valiéndose de un doble discurso hace gala de la unidad familiar.
Definitivamente, hay hermanos y hermanos, por otra parte, Xavier Lasso, hermano del precandidato Guillermo Lasso, renunció a la dirección de los medios públicos antes de la campaña electoral. A mí me parece un inteligente acto de decencia, habla muy bien de él, demuestra su integridad como ser humano. Ahora va de embajador ante la ONU, ¡enhorabuena Xavier!
En cuanto a mis hermanas, tan pronto crecí todas me acolitaron con ropas, maquillajes, llevadas y traídas de las fiestas y una que otra mentira. Ahora que ya las 4 pintamos canas (aunque ellas se las tiñen), son igualmente odiosas, pero las adoro, creo que son el mejor regalo que la vida me dio. Pati tiene pavor de que yo y mi desorden lleguemos a su casa en Los Ceibos, pero me acoge con todo el cariño del mundo; Susi es mi socia en Rayuela y a pesar de sus implacables ISO 9000 hasta el 50000, me aguanta; Alicia tiene una casa de sueño igual a su habitación juvenil, cuenta conmigo y yo con ella. Más allá de nuestras irreconciliables diferencias, está el respeto mutuo y del cariño de hermanas, como debe ser, además todas aprendimos a tiempo que, para pelear se necesitan dos.