Alfred Nobel, hombre acaudalado, de origen sueco, elaboró su testamento el 27 de noviembre de 1895 en el Club Sueco-Noruego de París. Un ataque cardiaco le causó la muerte cuando estaba en su hogar en San Remo, Italia, el día 10 de diciembre de 1896, a la edad de 63 años. En su testamento decide que, de una parte de su fortuna se creara un fondo de fideicomiso para premiar a personas, entidades u organismos que se destacaran por sus aportaciones extraordinarias en los campos de la física, química, fisiología, economía, literatura, medicina y la paz. Este premio que lleva su apellido se concede anualmente, siendo otorgado por primera vez el 10 de diciembre de 1901. El ganador del Premio Nobel recibe también una medalla de oro y un diploma con su nombre en el campo en que ha logrado tal distinción.

El fondo está controlado por un comité de la Fundación Nobel, compuesto por seis miembros en cada mandato de dos años: cinco elegidos por los administradores de los organismos contemplados en el testamento, y el sexto nombrado por el gobierno sueco. Los seis miembros serán ciudadanos suecos o noruegos. Estos jueces pueden dividir cada premio entre dos o tres personas, aunque no está permitido repartirlo entre más de tres. Este año, en el campo de las ciencias químicas, los estadounidenses Robert J. Lefkowitz de 69 años, y Brian K. Kobilka Kobilka de 57 años, obtuvieron el premio por su estudio sobre los receptores acoplados a proteínas G, permitiendo la producción de nuevas medicinas.

En el campo de la medicina, lo obtuvieron el británico John Gurdon de 79 años y el japonés Shinya Yamanaka de 50 años, por su trabajo en la creación de células madre, abriendo la puerta a nuevos métodos para diagnosticar y tratar enfermedades. Este hallazgo ofreció una nueva forma de crear células madre con la capacidad de convertirse en distintos tipos de tejido al revertir efectivamente el reloj biológico en células adultas, lo que las restaura a un estado “pluripotente”. En el campo de la física fueron designados el estadounidense David Wineland junto al francés Serge Haroche, ambos investigadores de 68 años, y recompensados por la academia sueca por su trabajo de óptica cuántica.

¿Pero qué pasa en el Ecuador, se apoya a la investigación, se estimula al científico? Yo diría que no. Y peor con la nueva disposición de “renuncias voluntarias u obligatorias”, los funcionarios de carrera sienten inestabilidad e incertidumbre. En ciertas entidades de salud al profesional que pasa los 50 años se los separa de sus puestos jerárquicos sin justificativo técnico de soporte e inclusive son controlados por personal recientemente incorporados. Lo mismo sucede con los docentes que pasan de los 50 años, están obligados a obtener el Ph.D., formación de alto costo económico por cuanto deben de realizarlo fuera del país. Las investigaciones en nuestro país son aplicadas y en el campo de la medicina son dirigidas a la atención primaria, la salud pública y la epidemiología. Hemos entrado en la biología molecular y la genética, estamos utilizando células madres en el tratamiento de enfermedades. Por todo lo enunciado hago una recomendación, los proyectos financiados por el Estado deben de ser evaluados y seleccionados por un Comité independiente del Gobierno. Se debe de apoyar la capacitación en metodología de investigación y publicaciones. Crear un fondo estímulo por mérito científico como evaluación del desempeño y lo más importante hay que valorar la capacidad y experiencia que se obtienen a través de los años, como lo hacen los países desarrollados, por eso son ganadores de premios Nobel.