CHILE
Hoy Chile celebra su día nacional, miles han salido del país aprovechando el largo feriado. Las filas en el aeropuerto son un termómetro del buen momento económico por el que pasan los chilenos. Ya no basta ir a la playa cercana o incluso a Argentina, esta vez Estados Unidos, Brasil, hasta Europa son los destinos para pasar este largo feriado.
También, hace una semana se celebró en Londres el ‘Chile day’, un evento que reúne a los empresarios más importantes de Chile para promover las inversiones. Aquí se mostró al mundo el buen momento económico por el que pasa el país, logrando un crecimiento sostenido del 6% y cifras del desempleo positivas, incluso se mencionó la encuesta del PNUD que señala que el 77% de los chilenos dice estar satisfecho y muy satisfecho con su vida en general.
Sin embargo, desde Inglaterra, el semanario The Economist se pregunta: ¿Qué pasa entonces con el malestar en las calles, los movimientos estudiantiles y la baja popularidad del presidente Piñera? La fuerte crítica que hace la revista lleva incluso a decir que “parte del problema es que el señor Piñera ha demostrado ser un político inepto, visión que no solo se limita a la oposición. El gobierno fue lento en responder a las demandas estudiantiles”.
El proceso por el que pasa hoy Chile es complejo y tiene que ver justamente con los desafíos de desarrollo que este país enfrenta, y que no se trata solo del desarrollo económico en sí, sino con poner a las personas en el centro del desarrollo. Más allá de satisfacer lo básico, los ingresos, los servicios, hoy los chilenos piden más participación, son más críticos, contestatarios y, por tanto, se discute mucho más sobre la calidad que sobre la cantidad. Como es el caso de la educación, la que para muchos es probablemente una de las mejores de la región, con una cobertura notable, pero con diferencias fundamentales en la calidad.
La emblemática clase media chilena tiene más acceso que nunca al consumo; según estadísticas locales, han llegado más personas al nuevo centro comercial ‘Costanera center’ que a las marchas de los estudiantes de este año. Un dato que no es menor si consideramos que para muchos el índice de felicidad tiene que ver también con el tener las bases resueltas. Sin embargo, la sombra de la desigualdad parece opacar estos importantes avances. Como menciona el estudio del PNUD, la clase media chilena ha tenido las herramientas para imaginar y comenzar a construir proyectos de vida satisfactorios, pero la sociedad no ha creado las condiciones para que sigan desplegando esos proyectos en toda su nueva potencialidad. Esa asimetría genera malestar.
Hay tres caminos posibles que podrían resultar negativamente: uno, el de pensar que está todo mal y que el móvil sea la insatisfacción, por lo que las marchas harían mucho sentido; otro, el pensar que está todo bien y desestimar la problemática, sobre todo desde quienes están en el poder; y, finalmente, el farrearse la oportunidad de transformación que estos procesos conllevan. Para que ninguno de estos se dé, se necesita no solo un mejor liderazgo político, sino continuar con una modernización del Estado, con reformas políticas que garanticen la inclusión y participación plena, pero sobre todo pensar un país desde su capital humano y no solo económico. Sin duda, Chile tiene todo para que pueda resultar así.