Desde ya, les recomiendo que adquieran el libro Guayaquil; de la serie Retratos del Ecuador, que publica el Consejo Nacional de Cultura. Ricardo Bohórquez –fotógrafo y arquitecto– es el autor de esta obra, que está por ser lanzada a la venta próximamente. El martes pasado tuve la oportunidad de poder revisar el contenido de uno de sus ejemplares; y confieso satisfactoriamente, que en sus páginas se ve reflejada una visión sincera y refrescante sobre lo que es Guayaquil, y de lo que somos sus habitantes.
Guayaquil es un libro que recopila la obra fotográfica que Bohórquez ha realizado durante años en la ciudad. Sus fotos nos hablan de una ciudad tropical, auténtica y dueña de una dinámica comercial efervescente; ajena a complejos o a prejuicios. El Guayaquil capturado por la cámara de Bohórquez es una urbe que ni se esconde, ni se avergüenza de lo que es. Un Guayaquil que no pretende ser como Miami; y que no necesita serlo.
Soportales resistiéndose a la luz del Sol; contrastes dramáticos, entre lo construido y lo natural; casitas de caña emergiendo de las aguas de algún estero olvidado; cornisas con tanques elevados de agua; fachadas de edificios invadidas por compresores de aire acondicionado; árboles centenarios abriéndose paso entre los contrapisos de hormigón en una cárcel abandonada; comerciantes callejeros; comedores populares; modernos edificios de vidrio y metal, contrastado con cubiertas oxidadas de zinc; pasajeros de la Metrovía, enclaustrados en sus pensamientos… todo esto forma parte del mosaico fotográfico que compone esta publicación, que promete convertirse en una fiel recopilación de nuestro paisaje urbano.
Bohórquez pertenece a este grupo de guayaquileños inconformes con la forma en que se interpreta y manifiesta nuestra identidad urbana y cultural. A mediados del 2010, tuve la oportunidad de realizar con Pilar Estrada y con él la exhibición “Maccaferri: el Primer Moderno”; la cual se presentó en las instalaciones del Museo Municipal. Fue la primera vez que en Guayaquil se realizó una exhibición museográfica, dedicada por completo a la obra de un arquitecto. En dicha presentación, Bohórquez colaboró con una excelente muestra fotográfica, la cual plasmaba en profundos contrastes de blanco y negro, la obra construida de quien fuera el arquitecto más relevante en nuestra ciudad, a comienzos del siglo XX.
Guardo la esperanza que Guayaquil sea la primera de muchas obras y eventos por venir, que resalten las bondades de nuestra ciudad y de nuestra cultura.
Estamos entrando en una época, en la que dejaremos a un lado la adopción irracional de modelos que son ajenos a nuestra naturaleza. Eso está dando inicio a un boom cultural intenso e interesante, que puede percibirse en las agendas culturales de la ciudad. Se comienza a vivir una urbe que se renueva a sí misma, sin depender de las gestiones de organismos públicos o de personajes locales. El guayaquileño de a pie está descubriendo su identidad y la de su ciudad, simultáneamente. Nos estamos haciendo un criterio sobre lo que somos y sobre lo que queremos ser; y en ese giro de timón, obras como Guayaquil, de Ricardo Bohórquez, ponen su granito de arena.