Nuestro invitado |

Hace un par de meses me ocurrió algo inimaginable hace diez años: conversando entre conocidos, mencioné que vivo y trabajo en el centro de Guayaquil; a lo cual, uno de los participantes en la charla respondió: “¿Vives en el centro? ¡Qué envidia! Yo –en cambio– vivo en Samborondón; y tengo que soportar el tráfico del puente, de ida y de vuelta, todos los días”.

La queja es general en la ciudad. No es algo que afecte solamente a quienes viven en Samborondón y Durán. También lo padecen quienes viven en la vía a la Costa, en el sur de la ciudad, y al norte de Guayaquil. Todos estamos a merced de los taponamientos de nuestras calles durante las horas pico.

Hasta la fecha, el Municipio ha tratado de solucionar los congestionamientos vehiculares mediante dos alternativas: una es mediante la construcción de distribuidores de tráfico. La otra alternativa es la Metrovía.

Hemos visto que los distribuidores de tráfico solo dan soluciones a mediano plazo. En menos de 30 años, nuestros pasos a desnivel han pasado de la fluidez al estancamiento. Recorridos que antes eran de 20 minutos, se han convertido en esperas inútiles, de hasta una hora de duración.

Por su parte, la Metrovía fue un excelente inicio para que Guayaquil reingrese a los sistemas de transportación masivo y organizado. Sin embargo, su aplicación resulta insuficiente para nuestros requerimientos como ciudad. La Metrovía requiere de un mayor número de unidades. El Transmilenio de Bogotá debería ser un referente a considerar. Buses de hasta tres vagones; con intervalos inferiores a los quince minutos entre las unidades.

Preocupa ver que la construcción de las nuevas troncales de la Metrovía le quita espacio a las vías; tal como ocurriera anteriormente en la avenida Carlos Julio Arosemena. Si se reduce el número de carriles en nuestras calles, sin aumentar la capacidad de transportación de la Metrovía, estaremos aplicando una medicina que es peor que la enfermedad.

La causa de nuestros problemas de movilidad radica en el crecimiento descontrolado de la ciudad. Recorremos mayores distancias, entre nuestras casas y nuestros trabajos, porque vivimos cada vez más lejos. Desde el Municipio se debe incentivar la construcción de alta densidad en el centro y el pericentro de la ciudad. Una manera efectiva de hacerlo es implementando reducciones persuasivas en los impuestos prediales, a quienes construyan nuevos proyectos de alta densidad en las áreas mencionadas.

Adicionalmente, se debe volver al concepto de “Barrio”; es decir, ese evento urbano donde uno tenga la posibilidad de desarrollar gran parte de su vida cotidiana –vivir, trabajar, estudiar, entretenerse– sin verse forzado a salir de un área determinada. Tal consideración aliviaría también a quienes viven en las nuevas periferias de la ciudad.

Mirando lo que ocurre en Quito y Cuenca, me pregunto: ¿Por qué no se estudia la opción de un tranvía o tren elevado en Guayaquil? Somos la ciudad más poblada del Ecuador; y tal factor implica un alto riesgo, si no se interviene adecuadamente. Se debe buscar una solución a largo plazo; un sistema que permita el transporte masivo de los guayaquileños, que nos persuada a dejar el carro parqueado en nuestros hogares.