Reacciona ante el mínimo movimiento. Asume que es una hembra. Inmediatamente abre sus alas de colores llamativos y empieza a danzar. Mueve su cabeza de un lado a otro. Salta de rama en rama. Se inclina, como haciendo una reverencia, y deja al descubierto los colores y las formas del plumaje de su cuerpo. Coquetea enseñando el pecho y la cola.
Es el pájaro saltarín, un ave que llama la atención por su cortejo. También cautiva a los humanos por el sonido que una de sus especies emite con sus alas: el relámpago o alitorcido (conocido científicamente como Machaeropterus deliciosus).
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La lírica fuerte y compleja que el saltarín relámpago produce con sus alas lo diferencia de otras aves, las que cantan con los músculos y las membranas de la garganta. El sonido que hace en cada aleteo es similar al que se escucha cuando se golpea un instrumento de cuerda, como el violín o la guitarra.
El relámpago vive solo en los bosques de Ecuador (noroeste) y de Colombia (suroeste). Su canto y su danza atraen a científicos extranjeros, quienes tratan de descifrar sus secretos, como tres expertos estadounidenses que han estudiado un grupo de aves en este país.
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Son Bette Louiselle, John Blake y Kimberly Bostwick. Los dos primeros visitan Ecuador entre dos y tres veces al año, desde 1997, para estudiar diferentes grupos de plantas y animales. Y la tercera, una curadora de aves y mamíferos, ha venido al país en cuatro ocasiones (desde 1997 hasta el 2010) a observar de manera especial al saltarín relámpago.
Las publicaciones e investigaciones que los tres científicos realizan llaman la atención de medios internacionales, como la revista National Geographic, que en su edición de mayo pasado expuso a parte de los pájaros saltarines de Ecuador.
El sitio bbcmundo.com también recoge las novedades de estas aves, que viven en la Costa y en la Amazonía de Ecuador.
Pero ¿por qué llaman tanto la atención los saltarines?
Una de las razones principales es porque son una de las pocas aves en el mundo que tienen una selección sexual bien marcada, lo que ha hecho que los machos desarrollen características físicas atractivas y cualidades para el canto y el baile, pues no quieren quedarse sin pareja y sin descendencia.
Aquellos que mejor bailan y coquetean son elegidos por la hembra para la reproducción.
Así indica David Romo, director de la Estación de Biodiversidad Tiputini, dedicada a la investigación científica, que pertenece a la Universidad San Francisco de Quito. Este centro está ubicado en la selva de la provincia de Orellana, en la reserva de biósfera Yasuní. El río Tiputini la separa del Parque Nacional Yasuní.
En la Estación Tiputini han estado los tres científicos: Bette Louiselle, John Blake y Kimberly Bostwick. Los dos primeros tienen una parcela de 1 km² cada uno para realizar investigaciones. Ahí se quedan unos cuatro meses al año porque tienen proyectos a largo plazo, menciona Romo.
Los estadounidenses analizan, entre otros temas, la población de aves que vive en la parte baja del bosque (ahí está el saltarín y sus subdivisiones, como el relámpago que estudia Bostwick) que está dentro de la Estación. También están enfocados en la importancia ecológica de estas especies, pues son las responsables de transportar las semillas de las plantas de un sitio a otro. Para ello estudian estos procesos de interrelación, agrega David Romo.
Por ejemplo, en un video de bbcmundo.com se observa cómo un saltarín relámpago abre las alas cuando oye el silbido de otras aves. Ahí mira a todos lados y enseña a la cámara, varias veces, el plumaje de su cola. Cada que aletea se escucha un sonido similar al de un golpe.
Son las piruetas, los sonidos y los colores de su plumaje los que cautivan también a los saltarines hembras que, a diferencia de los machos, tienen un solo color. Son verdes o grises. No hay más para ellas. Eso sí, son fieles a su especie.
Cada hembra selecciona al “mejor galán”. En época de reproducción los machos compiten para demostrar sus dotes y poder conquistar a la hembra, que viaja de sitio en sitio para observar con quién quedarse. Por eso, un macho puede tener a más de una hembra.
Según Hernán Álvarez, otro biólogo de la Estación Tiputini, el saltarín que logra conquistar a la hembra es el que tiene las mejores características genéticas para sobrevivir en el ambiente y, por ende, sus hijos heredarán esas mismas cualidades. Esto en términos evolutivos, indica este ambientalista.
Las investigaciones científicas deducen que esta presión de “selección sexual” sobre los saltarines hace que los machos desarrollen plumas y colores llamativos, a diferencia de las hembras que, según la primera impresión, son todas iguales.
Las arenas son los lugares o territorios en donde los machos se juntan para exhibir sus dotes de bailarines y cantantes. Son sitios específicos que están dentro del bosque, adonde los machos regresan cada año para ser “elegidos”, coinciden los biólogos de la Estación Tiputini.
Algunas especies, como el saltarín cola de alambre (Pipra filicauda), le agradecen a la hembra su aceptación. Este acaricia la garganta de su pareja, mientras está copulando, con las plumas de su cola larga.
En Ecuador existen 21 especies registradas del pájaro saltarín; de estas, 5 viven en la Costa y 8, en la Amazonía, según los estudios realizados. Cada especie se distingue por el color y por la forma del plumaje que muestran los machos.
Por ejemplo, el saltarín cola de alambre tiene colores más llamativos: rojos y amarillos fuertes. En cambio, al cabeza dorada (Pipra erythrocephala) le resalta solo el amarillo.
Romo dice que la curadora de aves Kimberly Bostwick descubrió cómo se produce el sonido de los saltarines relámpagos en sus visitas a Ecuador, por la Sierra, Costa y Oriente.