EFE
QUITO.- En un enérgico concierto en Quito, la artista española Rosario Flores desnudó su alma gitana y, esta vez, más rockera que nunca, y conquistó al público ecuatoriano. La cantante saltó al escenario con veinte minutos de retraso con su nueva canción Gipsy Funky Love me do, un homenaje a otros grandes de la música como los Beatles, un guiño a la canción Love me do, que este año celebra su 50º aniversario.

"Quito buenas noches. Cuántos años sin visitarles y ver este auditorio lleno, me hacéis grandes y me llenáis de amor", resaltó Rosario en sus primeras palabras a su público. La artista inició el concierto con un vestido corto negro y una chaqueta larga del mismo color, mientras que destacaban unas botas largas y lilas. Desenfadada, con energía y con su lado más rumbero, la artista interpretó Al son del tambor, una pieza dedicada a su padre Antonio González, conocido como el Pesacadilla, uno de los fundadores de este género.

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En el concierto no faltaron sus últimos temas del 2011 como Yo quiero vivir o Mi son, con una fuerte percusión y ritmos africanos. Para Rosario, hay canciones que uno "siempre tiene que cantar toda la vida porque a la gente le llegan al corazón y eso es lo mejor que pueda pasar", dijo antes de entonar Agua y sal.

En esta pieza se hizo un silencio, mientras que la potente voz de la artista cortaba la respiración del público. La hija de la Faraona, como se conocía a su madre, la cantante de flamenco Lola Flores, prosiguió con la canción Con la rumba del bongo, que combina la rumba y la salsa.

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Rosario no solo desnudó su alma en letras como Algo contigo, sino que además fue sacándose la ropa, primero la chaqueta, luego un chaleco y en su décima canción, Estoy cambiando, se desprendió del vestido y se quedó con una sexy y pequeña expresión de short negro.

"Lo grande que me hacéis, cuando me miráis con vuestros ojos, me aplaudís, me sentís", dijo con humildad la cantante, quien reconoció que siempre "había querido ser artista". Confesó que su público es quien la hace y se deja ser artista, mientras que la música es "como una varita mágica que nunca sabes dónde está el éxito, no sabes lo que va a pasar, pero cuando te toca el corazón es estar en el cielo", indicó antes de dar paso a una de sus canciones más íntimas, Como quieres que te quiera, que hechizó a los presentes.

Al final la vimos al descubierto en Quiero cantar, una canción de los noventa, que recuerda a las voces negras del Gospel. En el concierto no faltó un homenaje a su hermano Antonio Flores, quien murió en 1996, al interpretar Qué bonito una canción que compuso ese año para su prójimo.

Asimismo, acabó el espectáculo con No dudaría, que la creó y cantó durante un tiempo su Antonio, una canción que pide que "haya un mundo mejor, sin violencia, sin guerra, sin hambre, porque hay para todos", destacó Rosario.

Final del show

Tras una hora y media de concierto, la española acabó con la canción Marcha, que parece que dejó a medias al público, pues en la salida del teatro aún había personas, sobre todo mujeres, que entonaban este tema y bailaban imitando a Rosario.