No existen inviernos iguales; inclusive el término invierno, en Ecuador, tiene una acepción sui géneris, significa época de lluvias; en otras partes es sinónimo de nieve y frío. En esta época, me refiero al Litoral ecuatoriano, las temperaturas son altas y es cuando nuestras playas muestran todo su esplendor. Así somos de diversos; bien por esta diversidad. Me permito esbozar algunas reflexiones y preguntas; las respuestas, si no lo son ya, bien pueden convertirse en planes de acción para este y otros gobiernos:

-La intensidad de nuestros inviernos es variable; los efectos de un fuerte invierno no son los mismos para la Costa, Sierra y Oriente; cada uno tiene su geografía, orografía e hidrografía. La ancha planicie del Litoral ecuatoriano llega a saturarse de agua en pocas semanas, creando lagunas sobre zonas de cultivo y propiciando el desbordamiento de ríos, con las consecuencias penosas que vivimos en estos días. Aquí caben algunas preguntas: ¿qué se hizo, en los últimos cinco años, en el gobierno de la Revolución Ciudadana, para prevenir esta calamidad? ¿Ecuador debe saber, de una vez por todas, que siempre sufrirá el impacto de un fuerte invierno, igual o más fuerte que el actual, y que nada se puede hacer frente a la arremetida furiosa de la naturaleza o, quizá, que sí se pueden aminorar los efectos dañinos mediante el dragado oportuno de los ríos y el control de sus cauces para que en verano no se llenen de basura a más de crear reservorios suficientes, en las diversas provincias para que se pueda almacenar suficiente agua para los meses de sequía? Esta respuesta es necesaria; si nada se puede hacer, lloremos amargamente en cada invierno; si es posible vencer a la naturaleza, entonces trabajemos tenazmente con ese fin. Este es el dilema, amigas y amigos.

-Las sequías inmisericordes y los diluvios de invierno son momentos cruciales, verdaderos Vía crucis, que en parte causan la migración del campo a las grandes ciudades con el consiguiente nacimiento de anillos de miseria, desocupación y delincuencia en barrios periféricos, que no debiesen existir con un campo bien protegido, lleno de suficientes caminos vecinales de primer orden y el apoyo técnico de todos los estamentos de gobierno.

-Los responsables de la administración del país tienen mucho que hacer con motivo del crudo invierno que nos visita: salud, educación, vivienda, medio ambiente, transporte y obras públicas, seguridad, etcétera. Me gustaría conocer las estadísticas que maneja educación, por ejemplo. ¿Cuántos locales escolares están aptos para iniciar el 2 de abril el año lectivo?; ¿cuántos están inundados?; ¿lo estuvieron también en otros inviernos?; ¿qué pasa con los locales rurales, cómo están los caminos para trasladarse a ellos, los maestros recibieron ya sus nombramientos, están preparados? Las preguntas pueden seguir. ¿Qué hemos mejorado en estos cinco años?

Los momentos de crisis ponen a prueba nuestra capacidad de reacción y eficiencia. ¿Se repite la historia de nuestros males o verdaderamente se ha iniciado un proceso de cambio irreversible?